Diario de León

Los sondeos preelectorales pronostican una severa derrota del Partido Laborista

Las elecciones municipales marcan el tiempo que le queda aTony Blair

También será clave para determinar la amplitud de la remodelación de su Gobierno

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Íñigo Gurruchaga - londres
León

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El día en el que Tony Blair afronta su Waterloo particular amaneció con un sol radiante. El 2 de mayo de 1997, cuando se convirtió en un fenómeno político tras su espectacular victoria electoral sobre los conservadores, también fue una jornada soleada. Pero ahí terminan las comparaciones. Blair acudió ayer a votar a su colegio electoral en Westminster con el pelo canoso, unas ojeras ya permanentes y la mirada menos resplandeciente, aunque aún conserva mucho vigor. Y a su lado Cherie ya no era la inocente y estudiosa Cherie, sino la mujer que se gasta 10.000 euros en peluqueros cuando llegan las campañas laboristas. Un sondeo para The Financial Times ilustra las sutilezas del cambio producido en casi diez años. El Gobierno es más impopular que nunca, incluso entre sus propio votantes. Pero ni el líder laborista es la principal fuente del descrédito ni la amenaza del liderazgo conservador es tan grave. La tarea de Cameron Según el sondeo, el 29% de los encuestados se declara satisfecho con Tony Blair y el 64% insatisfecho. Al Gobierno en su conjunto le va peor que al primer ministro, el 22% se declara satisfecho y el 68% lo contrario. El índice de popularidad es el más bajo del Gobierno desde 1997. Y se ha producido en las últimas semanas. Por su parte, el ministro de Hacienda, Gordon Bown, eterno pretendiente al liderazgo laborista, era en marzo el ministro más popular. Gordon, que en diez años no ha perdido popularidad, se enfrentará al nuevo líder tory, David Cameron. En sus primeros compases fue muy popular, pero luego ya se le ha percibido como otro político más preocupado de la decoración que de la sustancia. Y aunque no se conocen detalles sobre la peluquería de su mujer, Samantha, ya se ha detectado que posa siempre con un mismo bolso, que vende la muy fina tienda para la que ella diseña el catálogo. El marketing de los Cameron avanza con impurezas. Según el sondeo de The Financial , satisfechos e insatisfechos con su liderazgo se igualan, 29% contra 27%, descendiendo su saldo positivo de fieles que, hace un mes, era de 14 puntos. Este sondeo no dibuja el mapa de una monumental crisis para el Gobierno, sino que refleja la situación que vive el país. Blair, que ha anunciado su marcha en este mandato, es ya el pasado. Brown, su recambio, se mantiene fuerte, y Cameron tiene más trabajo por delante del que le desean sus amigos mediáticos. En esta espera, las elecciones municipales de ayer en Inglaterra pueden jugar el papel de freno o de acelerador en el relevo entre Blair y Brown, que, en cualquier caso, no tiene porqué producirse antes del año que viene. En estos comicios en los que han sido llamados a votar alrededor de la mitad de los electores británicos (unos 23 millones), la única incertidumbre es el alcance de la derrota del Partido Laborista. Aunque el partido en el poder suele obtener malos resultados en los comicios locales, el laborismo espera que sus resultados no sean peores que los que obtuvo en el 2004, cuando perdió 150 escaños y ocupó el tercer lugar, con un 26% de votos, por detrás de tories (38%) y liberales (30%). Pero, según los sondeos, podría sufrir su peor derrota desde 1968, obligando a una amplia remodelación del Gobierno. De todos los miembros del Ejecutivo de Blair que están contando sus días, el más vulnerable es el ministro del Interior, Charles Clarke, tras admitir la semana pasada que más de 1.000 delincuentes y criminales extranjeros no fueron expulsados del suelo británico tras haber sido condenados.

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