Diario de León

| Crónica | Los protagonistas del caso Clearstream |

Un Watergate a la francesa

PIERRE BOUSQUET. Reconoció haber efectuado una simple «recogida de información»

PIERRE BOUSQUET. Reconoció haber efectuado una simple «recogida de información»

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Esperanza Suárez - corresponsal | parís
León

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Al culebrón político francés sólo le faltan escenas de cama: hay celos, ambiciones, denuncias anónimas, espías¿ Dos jueces parisinos con fama de eficaces están dispuestos a llegar hasta el final y ponerle nombres y apellidos a quienes sembraron la duda sobre la honradez de varias destacadas personalidades políticas en una maniobra orquestada para desprestigiar al actual ministro del Interior, número dos del gobierno y presidente del partido en el poder, la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Nicolás Sarkozy declarará el jueves ante los magistrados Jean-Marie d'Huy y Henri Pons en calidad de víctima y denunciante: su nombre apareció junto al de tres ex ministros y varios banqueros y empresarios en un listado de cuentas corrientes sospechosas que enseguida se reveló como falso. En el ojo del huracán, la sociedad luxemburguesa Clearstream, investigada por blanqueo de dinero y posible vía para el cobro de comisiones ilegales. Los jueces buscan al autor o autores del anónimo. Las sospechas se dirigen hacia dos personajes de controvertido perfil: el informático Imad Lahoud y el ejecutivo Jean-Louis Gergorin, los dos curiosamente conectados al presidente de la República y el primer ministro. Imad Lahoud  se convirtió en yerno del antiguo director de gabinete de Jacques Chirac cuando el actual presidente era jefe de gobierno. Tres meses de prisión por un delito de fraude en el que también estaba implicado su suegro interrumpieron  la meteórica  carrera que había empezado gestionando las inversiones de ricas familias árabes. La mala fama no le impidió colaborar con la Dirección General de la Seguridad Exterior en la lucha contra la financiación del terrorismo internacional. Algunos nombres Jean-Louis Gergorin, vicepresidente del grupo aeronáutico europeo EADS, conoce a Dominique de Villepin desde 1979, cuando  ambos coincidieron en el ministerio de Asuntos Exteriores. Niega rotundamente estar detrás del anónimo, al igual que Lahoud a quien fichó para EADS. Ambos coincidieron en uno u otro momento con el general Philippe Rondot, el reputado espía que con sus declaraciones ante los jueces ha puesto en la picota a Dominique de Villepin: Lahoud trabajó con él en la coordinación  de los servicios de información y operaciones especiales del ministerio de Defensa y Gergorin  le conoció en Exteriores. Rondot está ahora jubilado tras una larga y discreta carrera en los servicios de información. Salió del anonimato en 1994 al detener en Sudán al terrorista Carlos. Antes, jugó un papel determinante en la liberación de los rehenes franceses retenidos en Beirut en el 86 y de la familia Valente, secuestrada en Libia en el 90. Su versión de la reunión del 9 de enero de 2004 es la que ha puesto en la picota al entonces ministro de asuntos exteriores y actual primer ministro: Villepin le habría encargado, por orden de Chirac, investigar las finanzas de  Sarkozy para confirmar si tenía o no cuentas en Clearstream. Lo grave es que habría recibido estas instrucciones varios meses antes de que las falsas listas hubieran sido enviadas anónimamente al juez. También investigó las cuentas del ministro del Interior el entonces jefe  de los servicios de contraespionaje, Pierre Busquet de Florian, próximo a Jacques Chirac. Sarkozy  le cesó fulminantemente cuando volvió a convertirse en «el primer policía de Francia». En su declaración ante los jueces instructores reconoció haber efectuado una simple «recogida de información», de la que nada dijo al interesado. El inicio del «Villepingate» coincidió curiosamente con el pulso que Sarkozy mantuvo con Chirac y Villepin en el 2004  para hacerse con la presidencia de la UMP. La rivalidad entre los números uno y dos del gobierno viene de lejos y divide a la derecha gobernante entre los fieles a Chirac, que no perdona la traición de Sarkozy y su apoyo a Baladur, y los que sostienen las ambiciones presidenciales del actual ministro del Interior.

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