Miles de refugiados timorenses esperan una solución al conflicto
Miles de personas siguen agolpadas en los campamentos de refugiados de Dili a la espera de una solución a un conflicto que ha paralizado todas las infraestructuras de la capital de Timor Oriental y dejado a la población en manos de la ayuda internacional. Dili amaneció ayer con nuevos incidentes violentos, como el ocurrido en las inmediaciones del seminario católico de Dom Bosco, donde simpatizantes de los militares que se rebelaron el 28 de abril quemaron una casa y una pequeña tienda sin que se registraran víctimas. La acción de las bandas violentas no se ha manifestado hasta ahora en el interior de los campos de refugiados, en su mayor parte sedes y templos católicos, y donde hay unas 70.000 personas desde el estallido de la violencia. Miembros de la Iglesia Católica comprometidos con la asistencia a los refugiados alertaron ayer de que la situación alimentaria se está agravando tras el colapso del mercado local, el corte de las principales carreteras hacia la región oeste y la fuga de comerciantes de arroz indonesios y chinos. «Si de aquí a dos días no llegan más suministros de los países donantes y de los grupos humanitarios entraremos en una fase de crisis total», declaró el sacerdote timorense Antonio Pinto. El salesiano insistió en que la solución pasa por que las fuerzas internacionales desactiven a los grupos violentos y la formación de un plan de ruta entre los miembros del Gobierno hasta las próximas elecciones del 2007.