Diario de León

«La espada de Dios» sueña con una Somalia islámica

El presidente de las Cortes Islámicas de Somalia es uno de los hombres más poderosos del país. Lidera la lucha contra los señores de la guerra y rechaza ser un terrorista

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Abukar Albadri - mogadiscio
León

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Le llaman Sayfulah (La espada de Dios) pero él dice que sólo es un «hombre sencillo». Lo único cierto es que Sheij Sharif Ahmad Sheij Mohamed, presidente de las Cortes Islámicas de Somalia, es uno de los hombres más poderosos del país. Sharif es del clan Mudulod, el más im-portante de Mogadiscio y al que también pertenecen sus principales enemigos, varios señores de la guerra que han tenido que retirarse de la capital en los últimos días por el avance de los milicianos islámicos. «Mi visión no es la de convertirme en un terrorista. Somos civiles, no militares, pero no buscamos una lucha por el poder, sino mantener a salvo a nuestra gente de los señores de la guerra». Rechaza que la Unión de las Cortes Islámicas tenga vínculos con Al Qaeda, como sostienen sus enemigos, y, en cambio, acusa a estos últimos de estar apoyados por Estados Unidos. «Sólo nos estamos defendiendo porque los señores de la guerra están capturando a los religiosos y los están enviando a bases de EE.UU. en Yibuti», afirma. Nació el 25 de enero de 1964 en una villa de la región de Shabelle central, en el seno de una familia de la religión sufisunni, una secta del islam, y desde pequeño fue formado en las enseñanzas del Corán. El ahora presidente de la Unión viajó a Sudán para estudiar Geografía, Historia y Árabe en la Universidad de Kordufan, y luego se trasladó a Libia para completar sus estudios sobre la ley islámica. Regresó a Somalia en el 2000, una época en la que el país era víctima de continuas arbitrariedades de los milicianos de los señores de la guerra que controlaban el país desde 1991. Un hecho registrado entonces le cambió la vida. Mientras era profesor en una escuela secundaria, uno de sus alumnos fue secuestrado en el 2002 por una banda local, que pidió un rescate a cambio de devolver al rehén con vida. La familia no podía pagar, y Sharif se involucró en las negociaciones. Pero la mediación de Sharif fracasó, y al estar en riesgo la vida del estudiante, organizó a la población para fundar una corte islámica, y él se convirtió en su presidente. Las milicias que armaron lograron liberar al rehén a la fuerza. Antes de dar ese paso, Sharif apenas tenía relación con los tribunales que aplican la ley del islam o sharia, pero después de ese hecho comenzó a cobrar notoriedad. Una de las razones que le ganó la atención de los medios fue su gran oratoria. La otra era su parentesco con los líderes de las bandas que operaban en el barrio de Si-Si, en Mogadiscio, donde se cometían la mayoría de los secuestros. Para entonces, Somalia llevaba más de diez años sin un Gobierno central, con el país dividido en territorios cuyo control se disputaban los señores de la guerra.

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