Los mexicanos cruzan la frontera otra vez para votar en las elecciones
Un agentes electoral lleva por la selva las urnas y pancartas electorales
Con las elecciones de su país a la vuelta de la esquina, cientos de mexicanos radicados en California quieren votar, aunque para ello deban cruzar en sentido contrario la frontera que hace años atravesaron hacia el norte. Por primera vez en la historia de México, sus ciudadanos residentes en el extranjero cuentan con derecho al voto en los comicios convocados para mañana, aunque su votación está limitada a la elección del presidente. Los Angeles alberga 3,1 millones de mexicanos según datos oficiales proporcionados por la Embajada Consular de México en esta ciudad, la más grande de California y la segunda más poblada de Estados Unidos, después de Nueva York. «Nosotros hablamos de 4,5 millones de mexicanos en la zona», puntualizó a Efe Paco Moreno, portavoz del Consejo de Federaciones Mexicanas en Norteamérica, en referencia al tamaño de la comunidad mexicana en una urbe conocida también como la mayor ciudad de México fuera del país. Sin embargo, como resalta el gráfico elaborado por el Instituto Federal Electoral de México, son pocos los que se han empadronado para votar. En todo el estado de California la cifra es de 13.506 mexicanos de los 35.763 que se han inscrito en EEUU. En todo el mundo, fuera de México, son 40.876. «Si te pedían hasta la primera carta que escribiste a los Reyes Magos», comentó jocoso Moreno, quien prefiere no dar su nombre completo, sobre las condiciones necesarias para que pueda votar un mexicano residente en Los Angeles. Según Moreno, uno de los problemas fue el tiempo, o la falta del mismo, para realizar una buena campaña de concienciación y un censo más completo. El otro, más importante, es la necesidad de la credencial de elector, «un documento que muchos nunca tuvimos o perdimos», señala este residente en Los Angeles desde hace 20 años. También es uno de los papeles oficiales que, como cualquier otra muestra de identidad, los indocumentados suelen eliminar de sus pertenencias antes de cruzar la frontera por miedo a ser deportados.