Diario de León

Los cazas atacaron por primera vez al Ejército del Líbano, que se mantenía al margen de la lucha

Hezbolá vuelve a golpear Haifa e Israel mata a 38 civiles libaneses

Los bombardeos hebreos se cobran la vida de 195 personas desde el inicio de la ofensiva Israel

La unidad de rescate ayuda a un hombre gravemente herido tras impacto de un cohete en Haifa

La unidad de rescate ayuda a un hombre gravemente herido tras impacto de un cohete en Haifa

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Marta Miera - servicio especial | haifa
León

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Hezbolá volvió a dar ayer muestras de su fortaleza y acosó con una lluvia de cohetes la ciudad mediterránea de Haifa, la tercera más importante del Estado judío y situada a 35 kilómetros de la frontera con Líbano. Al menos tres personas resultaron heridas en el ataque contra un viejo edificio que quedo parcialmente destruido tras ser alcanzado por un proyectil. Durante todo el día, los vecinos de Haifa, donde el domingo murieron nueve israelíes por el impacto de un cohete, se precipitaron a los refugios para resguardarse cada una de las veces que sonaba la alarma antiaérea. Costosos edificios subterráneos construidos a regañadientes por los habitantes de Haifa bajo órdenes del Gobierno israelí y que hoy, gracias a ellos, consiguen sentir una relativa seguridad ante los ataques de la milicia libanesa de Hezbolá contra la ciudad. Mientras las ambulancias recorrían las zonas impactadas para recoger a los heridos, en el hospital de Rambam, situado en el centro de la ciudad, los médicos se esforzaban por mantener la calma. Las calles vacías de Haifa mostraban ayer que la población, por miedo o obediencia, se ajusta a las directrices del Ejército con gran disciplina. La gran mayoría de sus habitantes permanece en sus casas en espera de la siguiente alarma. Una lucha desigual A pesar de que los ataques ayer sobre Haifa han demostrado que la milicia libanesa aún posee una cantidad desconocida de proyectiles de largo alcance, el enfrentamiento entre Israel y el Hezbolá es claramente desigual. Si los cohetes de la milicia sólo consiguieron herir a unos cuantos israelíes, la aviación y la artillería hebreas mataron a al menos 47 personas, 38 de ellas civiles. El peor de estos ataques tuvo lugar en el sur del país, cuando doce civiles libaneses murieron después de que un misil alcanzara el minibús en el que viajaban. También civiles eran los diez miembros de una misma familia cuyos cadáveres fueron hallados bajo los escombros de una casa derribada tras los bombardeos del Ejército israelí en la ciudad de Tiro. Beirut, al igual que Haifa, se ha convertido en una ciudad fantasma por el miedo al martilleo al que la está sometiendo la aviación israelí. Las tiendas están cerradas y las calles desiertas. Israel continúa bombardeando la infraestructura de la ciudad para presionar a Hezbolá a que libere a dos soldados israelíes capturados el miércoles pasado y cese los disparos de cohetes Katiusha contra el norte de Israel. Con este último objetivo, la artillería hebrea barre con fuego el sur del país para evitar que los milicianos se acerquen a la frontera a lanzar sus proyectiles. Muertos contabilizados El ministro de Sanidad libanés, Mohamed Yauad, cifró ayer en 195 el número de muertos y 500 los heridos en los seis últimos días por los bombardeos israelíes. La inmensa mayoría de los muertos eran civiles. El Ejército israelí también ha comenzado a disparar contra soldados libaneses. Nueve de ellos murieron ayer en un ataque contra la base de Abdech. Esto es especialmente importante si se tiene en cuenta que el Ejército regular se había mantenido prácticamente al margen del conflicto, dando a entender que se trataba de una lucha entre Hezbolá e Israel. Se limitaban a disparar sus armas antiaéreas sin mucha convicción contra los cazas hebreos. Si los militares se deciden a entrar, el frágil equilibrio interno del Líbano estaría en peligro.

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