El Ejecutivo hebreo rechaza la tregua de 72 horas pedida por la ONU para repartir ayuda
Rice confía en alcanzar un alto el fuego para el martes o el miércoles
Israel y Hezbolá dan señales de acercar sus posturas, pero todavía hay muchas dudas
La secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, llegó ayer a Israel para presionar a Beirut y a Jerusalén para acordar una resolución de la ONU que busca poner fin al enfrentamiento e instalar una fuerza internacional en el sur del Líbano. Rice, cuya primera reunión fue una cena con el primer ministro israelí Ehud Olmert, dijo que no había fijado una fecha límite, pero esperaba la firma de un acuerdo con las condiciones principales para un cese del fuego en el marco de una resolución de la ONU para el martes o el miércoles. Antes de su llegada, hubo algunas señales de que tanto Hezbolá como Israel daban su brazo a torcer en algunas cuestiones. Miembros del Gobierno hebreo dieron a entender que aparcaban su exigencia de que que la milicia fuera desarmada e hicieron énfasis en la creación de esa fuerza multinacional. Claro que estas declaraciones se mezclaron con otras en las que se hablaba de que el Ejército cuenta con todo el tiempo que necesite para concluir su ofensiva. Tel Aviv rechazó incluso la petición de la ONU de declarar una tregua de 72 horas para repartir ayuda humanitaria. Acercamiento de Hezbolá Por parte de Hezbolá también hubo señales de acercamiento. Rice definió como «un paso positivo» al acuerdo alcanzado por el Gobierno libanés y ministros pertenecientes a Hezbolá. El acuerdo incluye extender la autoridad del estado a lo largo de todo el país e impulsar la presencia de fuerzas internacionales en el sur para ayudar a que el ejército libanés tome control del área. Los milicianos, sin embargo, tienen sus reservas. Aceptan una fuerza de la ONU, pero no mucho mayor que la que hay ahora y sin demasiada potencia de fuego. Hezbolá cree que está ganando la guerra y no va a aceptar condiciones demasiado duras. El plan de Rice se enfrenta también a otros problemas, como el de saber cuántos países estarán realmente dispuestos a colaborar con soldados. Mañana habrá un encuentro en las Naciones Unidas para recibir contribuciones para unirse a la fuerza internacional, que podría estar integrada por entre 15.000 y 20.000 personas, según algunas estimaciones. Estados Unidos ya ha dicho que no enviará soldados y tampoco parece probable que el Reino Unido lo haga. En Alemania, la sola posibilidad de que esto ocurra ha levanta-do una tormenta política que ayer zanjó la canciller Ángela Merkel declarando que Berlín colaborará con ayuda logística, pero no con militares. Según ella, lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial todavía está demasiado reciente como para enviar soldados germanos a una misión que pudiera significar abrir fuego contra el Ejército israelí. En cualquier caso, la fuerza no sería enviada a la región hasta que se alcance un cese del fuego.