La milicia chií gana la posguerra del Líbano a golpe de talonario

Cubierta por un chador negro, y con la ayuda de sus dos hijos, Fátima Hasán dedica el domingo a buscar entre las ruinas de su casa en Rueis, en los devastados suburbios del sur de Beirut. «Estamos buscando el título de propiedad de la casa porque queremos dárselo a nuestros hermanos de Hezbolá para conseguir dinero que nos permita alquilar una vivienda por un año», dice Fátima Hasán. Esta mujer perdió a su marido y a sus dos hijas un día antes de la entrada en vigencia del alto el fuego entre Hezbolá. Entre las ruinas recuerda a los suyos y busca su título de propiedad, aunque funcionarios de Hezbolá le han dicho que, de todas formas, si no consigue esa prueba recibirá 12.000 dólares. Finalmente, todo lo que Fátima encuentra es un recibo bancario con el que demostraría que estaba pagando mensualmente un crédito por su casa. La mujer lleva el papel a la institución Shahad, regentada por Hezbolá, cerca del aeropuerto internacional de Beirut. Haj Mustafá, a cargo del dinero para las víctimas en los suburbios del sur de Beirut, le ofrece sus condolencias y llena un formulario. Luego, sin más, abre un cofre negro, cuenta 12.000 dólares y se los entrega en mano a Fátima. Es así como Hezbolá, triunfador moral de la guerra, gana también la posguerra. El Gobierno de Beirut, que no se quiere quedar atrás y perder influencia entre los chiíes, ha anunciado un plan de ayudas urgente. Tardará un poco en llegar. Para entonces, Hezbolá habrá repartido millones.