| Análisis | Inseguridad y corrupción |
Un desastre en medio de otro
El traspaso de las tareas de seguridad en Afganistán a la Otan no ha empezado con buen pie este verano. Por los 6.000 soldados que está desplegando la Otan en el sur, ahora se sabe que el comandante talibán, el mulá Dadaullah, cuenta quizá con el doble de guerrilleros. El terreno está resultando duro y desconocido para los soldados occidentales, a menudo paralizados por las tormentas de arena y la falta de infraestructuras. El comandante británico de la operación, David Richards, se preguntaba no hace mucho en voz alta donde ha ido a parar el dinero supuestamente gastado en construir carreteras (por no hablar de los hospitales y escuelas). La respuesta es que se ha perdido en el pozo sin fondo de la corrupción del Gobierno Karzai. Las potencias occidentales han tardado años en darse cuenta de que su hombre en Kabul tan solo gobierna, precisamente, en Kabul. El resto del país ha estado en manos de señores de la guerra (muchos de ellos antiguos talibanes) a los que Karzai a dejado enriquecerse con la ayuda supuestamente destinada al pueblo afgano. Ahora, demasiado tarde, las potencias ocupantes intentan reaccionar. Han obligado a Karzai a cesar a sus gobernadores y han puesto en marcha su ofensiva para retomar el control del sur del país, una operación tan exigente que Washington ha tenido que pedir ayuda a la Otan. Y ni siquiera así está funcionando. «Podemos fracasar» «Tenemos que tener presente que podemos fracasar» decía, no hace mucho, el general Richards, y de momento, así es. El accidente de ayer no es, en este sentido, sino una metáfora. Y no soloen el plano militar. Desde hace tiempo que Afganistán, donde las mujeres se han vuelto a poner el burqa tras dejar que les hagan algunas fotos, ha dejado de ser el póster de la democratización. La corrupción se extiende y la reconstrucción se ha detenido, e incluso Estados Unidos cobra peaje por usar la única carretera que ha construido (la autopista que une Kandahar, la ciudad natal del presidente Karzai, con Kabul, donde vive). ¿La única cifra de beneficios? Éste anuncia como el mejor año para el cultivo del opio en toda la historia.