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Publicado por
E. Müller / J. M. Stoullig - viena
León

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El pasado viernes, dos equipos de investigadores tomaron el numero 60 de la calle Heiner Strasse, en Strasshof, donde estuvo en-cerrada Natascha Kampusch. El primero excavó el jardín y aplicó sustancias químicas a la ropa de cama de la joven, para determinar si una tercera persona -otra niña que habría sido secuestrada con anterioridad- había dormido en el lecho. El segundo grupo tenía una orden especial: buscar por todos los rincones de la casa ejemplares o cintas de vídeo de una obra en la que podría haberse basado Wolfgang Priklopìl para cometer su delito. Se trata de El coleccionista, ópera prima del escritor británico John Fowles, publicada en 1963 y llevada al cine dos años después por William Wyler, con Terence Stamp y Samantha Egger como protagonistas. La novela relata la obsesión enfermiza de Frederik Clegg, un coleccionista de mariposas, que un día decide secuestrar a una joven para convertirla en su esclava y amante. Miranda, su víctima, es una estudiante de Historia del Arte y su misión es servir de compañía al psicópata. A cambio, Frederik la trata como una reina y satisface rodos sus deseos, menos uno, dejarla en libertad. En el libro, Clegg, tras haber amasado una pequeña fortuna, compra una furgoneta y una casa en el campo y luego remodela una habitación en el sótano. Vigila a su futura víctima y después del secuestro tratar de seducir a Miranda, mimándola y comprándole discos de Mozart. La joven intenta escaparse en varias ocasiones. Las fantasías del personaje de ficción y el criminal de la vida real tienen inquietantes similitudes. Priklopìl heredó la fortuna de su padre, utilizó una furgoneta para secues-trar a Natascha y la recluyó en un zulo bajo el garaje de su vivienda. Pero la obra de Fowles tiene un final diferente: Miranda fallece por una enfermedad y Clegg se plantea el suicidio, sin llegar a consumarlo. Compañera eterna Si se cree la versión publicada por la revista News el jueves pasado, la meta de Priklopìl no era otra que transformar a su pequeña víctima, por medio del terror, la mentira y los mimos, en una compañera exclusiva y eterna. La revista logró vencer el secreto del sumario y obtuvo una copia del protocolo de las primeras declaraciones que hizo Natascha a la policía y a los psicólogos. «El protocolo del terror» fue el título que utilizo la revista para relatar nuevos detalles del martirio de la joven. «¿Quién es usted? ¿Por qué me ha escogido a mí?», quiso saber la niña cuando se enfrentó a su secuestrador. «Soy tu amo y no debes saber nada más. Te quería tener y por eso te he buscado», fue la respuesta que escuchó Natascha. «En algún momento comenzamos a tener una vida muy normal», añade la joven, después de relatar cómo su captor fue ganando su confianza, poco a poco, comprándole libros, cosméticos y libros de cocina, y siempre repitiendo frases destinadas a vencer la resistencia de su víctima.