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Publicado por
Imanol Allende - corresponsal | londres
León

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Si con anterioridad a la reciente crisis por la sucesión a Downing Street las relaciones entre Blair y su ministro de Economía, Gordon Brown, eran difíciles -aunque siempre en privado- a partir de ahora va a ser imposible ocultar la animosidad que hay entre ambos. Según al-gunas fuentes, antes de que Blair llegara a la decisión de anunciar su salida del poder, Brown y él mantuvieron un airado careo en la noche del miércoles. En el inner circle, el círculo de políticos más próximo a Blair, se cree que la reciente revuelta ha sido un complot orquestado por el propio Brown para hacer que el premier renunciase lo antes posible. Futuro incierto Lo que sucederá a partir de ahora es ciencia ficción. Blair mantendrá una línea política férrea en un intento por sacar adelante las medi-das políticas más polémicas de su tercera legislatura. Sin embargo se producirá el efecto que no deseaba, el de ofrecer durante los próximos diez meses la imagen de un primer ministro saliente. Quería finalizar su tiempo en Downing Street con la misma fuerza con la que llegó, haciendo olvidar su deterioro tras la crisis de Irak. Lo que ocurra con Brown es aún más incierto. Durante los próximos meses crecerá en el seno del Partido Laborista el deseo de romper con la era blairista, rechazando la candidatura del heredero al liderazgo nombrado, no lo olvidemos, por el propio Blair. El premier anunciará la fecha de su dimisión en mayo, se iniciará un período de seis semanas de campaña al cargo de líder, semanas en las que el partido no estará unido, se enfrentarán las familias y aparecerán nuevos candidatos. Lo que sí es cierto es que durante los próximos meses Brown pasará de ser aliado de Blair a su principal crítico en un intento por distanciarse de él, con el peligro evidente de confrontar al partido y dividirlo.

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