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Más de cien heridos en una manifestanción para exigir la renuncia del Gobierno socialista

El primer ministro húngaro descarta dimitir pese a probarse que mintió

El país vivió las protestas más graves desde la caída del régimen comunista hace 17 años Ferenc Gyurc

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agencias | budapest
León

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El primer ministro socialista de Hungría, Ferenc Gyurcsány, se convirtió ayer en el detonante de la peor ola de violencia en Hungría desde el fin del comunismo hace 17 años, tras filtrarse una grabación en la que admite haber mentido durante año y medio a la población sobre la situación económica del país, con el fin de ganar las elecciones legislativas del pasado abril. Miles de personas se lanzaron a la calle la noche del lunes al martes para reclamar su renuncia, pero ayer el jefe de Gobierno descartó la dimisión como solución a la crisis y prometió restablecer el orden «por todos los medios». La radio pública húngara, Magyar Rádió, divulgó la noche del domingo la grabación del discurso a puerta cerrada de Ferenc Gyurcsány ante la directiva del gobernante Partido Socialista. Los manifestantes -entre 3.000 y 6.000 personas, según las fuentes- se concentraron en la plaza Kossuth (Parlamento), para luego atacar y ocupar la sede de la televisión pública. La protesta terminó en disturbios y choques con la policía, que causaron más de 150 heridos, algunos graves. Representantes de diferentes organizaciones de la extrema derecha, como el Frente Nacional Húngaro y numerosos cabezas rapadas, se infiltraron en la protesta, según los medios locales. Apenas unas decenas de agentes no pudieron proteger el edificio de la televisión, ocupada por hooligans y grupos ultras durante dos horas. Los altercados motivaron al ministro del Interior a presentar su dimisión a Gyurcsány, quien no la aceptó. Hacia el mediodía de ayer, entre 200 y 300 personas se congregaron con un féretro como símbolo de su descontento frente al Parlamento para exigir por las buenas la dimisión de Gyurcsány. Medidas de ahorro Las protestas y disturbios coinciden con el anuncio gubernamental para introducir duras medidas de ahorro que consoliden la economía del país y reduzcan el elevado déficit presupuestario, del 10,1% previsto para 2006. La situación podría complicarse aún más ante la celebración en todo el país, prevista para el 1 de octubre, de elecciones municipales. Ayer Ferenc Guyrcsány optó por adoptar una enérgica actitud, calificando los noche del lunes como «la más larga y más oscura de la historia de la República». El Gobierno ha prometido tomar serias medidas de represión para evitar más incidentes como los de ayer. «He pedido a la policía que restablezca el orden por todos los medios», declaró Gyurcsány. La oposición de la derecha parlamentaria Fidesz les garantizó su total solidaridad a los manifestantes. La Comisión Europea pidió ayer a Hungría sacrificios para reducir el déficit público, pero se desmarcó de la crisis desatada en el país. Mientras, el Partido Popular Europeo (PPE) pidió ayer la «dimisión inmediata» de Gyurcsány, pero el Partido de los Socialistas Europeos (PSE) respaldó su gestión.