«Parece que van a existir más riesgos aquí en Líbano que en Haití»

Bajo un calor de justicia, Miguel Villar Alijo revisa minuciosamente el vehículo del que es responsable. Este soldado, natural de Alija del Infantado, a unos 30 kilómetros de Astorga (León), se toma muy en serio su trabajo. Lleva pocos días en Líbano y trata de adaptarse a una rutina. Pertenece a la compañía de Sanidad. Trabaja habitualmente con un vehículo Hammer HPC con capacidad para el transporte de heridos y material sanitario. Desde hace tres años pertenece a esta compañía. El Líbano es su segunda misión. Acaba de regresar de Haití, como muchos de sus compañeros y sin apenas tiempo para hacer el petate tuvo que partir en dirección a Taibe, un pueblo perdido en la montaña, junto a la frontera con Israel. «En Haití estuve cinco meses y, al igual que aquí, me tocó montar todo», comenta con buen humor. Esta tarea suele ser de las más desagradecidas cuando se trata de misiones internacionales. Y es que, los primeros días, los soldados acumulan largas jornadas de trabajo, mientras que el descanso, la alimentación e higiene no se hace en las mejores condiciones. «Aquí, después de coincidir la mayoría en otras misiones, la verdad es que hemos podido hacer un buen grupo. Nos reímos, charlamos de todo y pasamos buenos ratos cuando el trabajo nos lo permite», explica Miguel. Ya sobre el terreno, nada parece haber alterado su vida cotidiana. «Me he encontrado lo que esperaba, más o menos todo está bien. A la familia le mando un mensaje de tranquilidad porque de momento no hay nada de qué preocuparse». «Aunque nos venimos muy lejos y podemos estar mucho tiempo fuera, la verdad es que la familia entiende perfectamente lo que hacemos. Lo respetan y apoyan, y eso te da más tranquilidad». Miguel confiesa haber nacido en un pueblo de una «importante tradición marinera», a pesar de estar situado en la provincia de León. Pertenece como la mayoría de los soldados desplazados hasta la fecha a Líbano, a la Brigada de Infantería de Marina con base en San Fernando, Cádiz. Mucho se está hablando de los riesgos de esta misión, de posibles ataques de guerrilleros de Hezbolá y de las amenazas a los países participantes en la misión de paz por parte de Al Qaeda. Miguel no cambia el gesto y mantiene su moderada sonrisa. «Parece que van a existir más riesgos aquí que en Haití, pero de momento veo la zona muy tranquila y nada parece hacer ver que no seamos bien recibidos», afirma.