Un hermano de Ségolène Royal, presunto autor del sabotaje contra el buque insignia de Greenpeace
Ha sido uno de los siete hermanos de Ségolène Royal el que ha dado pábulo al escándalo: Antoine asegura en las páginas de Le Parisien que otro de sus hermanos, Gérard, le confesó haber colocado la bomba que hizo saltar por los aires en 1985 el Rainbow Warrior, el buque insignia de Greenpeace hundido por los servicios secretos franceses en aguas de Nueva Zelanda. Por una vez, la unanimidad reina entre los candidatos a la nominación socialista a las presidenciales, reducidos a tres tras la renuncia anoche de Jack Lange, en aras de la unidad. Los aspirantes encuentran «chocante» y «nauseabundo» que salgan como nuevas informaciones publicadas hace once años. En 1995, el diario L'Express informó de la participación nunca desmentida de Gérard en el comando, conduciendo la zódiac utilizada en el sabotaje. Ayer, la primera ministra neozelandesa, Helen Clark, excluyó la reapertura del caso. Ségolène Royal no oculta su «sorpresa» por el momento escogido, el día que formalizó sus aspiraciones al Elíseo. Se pregunta si es «una coincidencia», insiste en que no tiene «nada que ocultar» y ha pedido al Ministerio de Defensa que aclare las cosas, aunque el dosier es clasificado. La derecha ve en estas revelaciones «la primera dentellada» entre los presidenciables socialistas, en una «campaña a cuchillo» donde «se permiten todos los golpes». Pero los candidatos han cerrado filas en torno a Royal. Laurent Fabius culpa al partido de Sarkozy de resucitar el fantasma del Rainbow Warrior más de 20 años después de su hundimiento. Fabius era entonces primer ministro con François Mitterrand y siempre negó saber algo del asunto. También se muestra solidario Dominique Strauss Kahn: «Nadie es responsable de lo que haga su hermano, padre o hermana». El protagonista, Gérard, dejó el Ejército hace 15 años. Profundamente irritado con su hermano, insiste en que nunca dijo ni dirá nada sobre esta operación que califica de «débil».