De la droga al reciclaje de basura
La violencia en la capital napolitana es de tal calibre que el Ayuntamiento puso el pasado verano en práctica regalar relojes de plástico a los visitantes para evitar que les robaran los suyos
La ola de violencia que vive Nápoles no ha sorprendido a la Dia (Dirección de Investigación Antimafia) que en su último informe explica cómo dos clanes camorristas, el cartel Misso-Mazzarella-Sarno y la «Alianza» de Secondigliano, se dividen la ciudad. Este año, son ya 70 los homicidios perpetrados en la provincia de Nápoles, de los que 53 están relacionados con la Camorra. Del millón de habitantes de la ciudad, más de cuatro mil personas tienen antecedentes penales por asociación camorrista, aunque en barrios como Scampia o Secondigliano, lo difícil es encontrar a un joven limpio de no haber pertenecido. De todo esto habla el libro Gomorra del joven escritor napolitano Roberto Saviano. Un éxito de ventas sobre los clanes napolitanos que le ha llevado, a sus 27 años, a necesitar protección policial por las amenazas de la Camorra. En su defensa salió Umberto Eco. Encima un indulto El indulto concedido el pasado verano por el Gobierno de Prodi puso de nuevo en circulación a muchos camorristas como Vincenzo Di Lauro, hijo del capo del clan Di Lauro. Las sangrientas guerras de clanes del año pasado son una consecuencia del intento de los más jóvenes, hijos y nietos de viejos jefes, para hacerse con el control de las actividades camorristas sin preocuparse del largo reguero de muertes que van dejando. La Dia y la fiscalía napolitana hablan de cifras de vértigo con respecto a los negocios que controla la Camorra. Se calcula que mueve unos 16.000 millones de euros al año, de los que 52 millones provienen del tráfico de drogas. En el entramado que hoy día forma una capital como Nápoles nada está libre del largo brazo de la Camorra, tal y como cuenta en su libro Saviano. A los negocios de siempre: la droga o la extorsión, se añaden otros mucho más novedosos como el aparcamiento abusivo, el hormigón, la venta callejera o las falsificaciones, hasta llegar a uno de los más lucrativos: el reciclaje ilegal de basuras que se ha convertido en el auténtico caballo de batalla y además ha provocado innumerables delitos ambientales tanto en las provincia de Nápoles como la cercana de Caserta. La violencia que vive una ciudad en la que este verano el ayuntamiento regalaba relojes de plástico a los turistas para evitar que fueran víctimas del robo del suyo, se extiende por todos los ambientes y sin aparente forma de ser evitada salvo con un gran plan nacional que involucre a todos los estamentos sociales. Si el viernes el titular de un estanco hería de muerte a su atracador, el lunes la prensa italiana contaba la historia de Salvatore, un «bravo ragazzo» de 16 años que a causa de los celos asestó diez cuchilladas mortales a dos jóvenes se su edad. Dos claros ejemplos de cómo se está extendiendo la violencia como forma de expresión de una sociedad más que adulterada y en la que sirve como ejemplo de otra forma de vida tan lícita como otra profesión.