| Perfil | Robert Gates |
Un pragmático para cambiar el Pentágono
De voz suave pero de ideas fijas, trabajador y disciplinado, realista y leal a sus jefes. Así es Robert Gates, el candidato de George W. Bush para reemplazar a Donald Rumsfeld al frente del Departamento de Defensa. Antes, deberá ganarse el visto bueno del Senado, algo que no debería preocuparle demasiado por la buena acogida que, en principio, ha tenido entre la clase política de uno y otro color. Según quienes le conocen bien, su llegada al Pentágono abrirá un nuevo capítulo, donde se impondrán la cautela y el pragmatismo, tal como hiciera años atrás cuando dirigió la CIA, entre 1991 y 1993, bajo la presidencia de Bush padre, con quien fraguó una buena amistad personal que ha mantenido con el actual presidente. Reclutado por los servicios secretos cuando es-tudiaba en la Universidad de Indiana, Gates, de 63 años, ha pasado toda su vida en este particular universo, siendo consejero de seguridad nacional de tres presidentes: Nixon, Ford y Carter. Hasta que se cansó y decidió alejarse de Washington siendo su última ocupación presidente de la Universidad A&M de Tejas. Ahora, 13 años después, regresa a la capital movido por «el dolor de las familias de nuestros solda-dos en Irak». Hace 22 meses rechazó otra invitación del presidente: convertirse en el primer zar de inteligencia en la historia de EE. UU. Experto en la Unión Soviética y la Guerra Fría, Gates forma parte de la comisión bipartidista presidida por James Baker que presentará en breve sus recomendaciones para cambiar de estrategia en Irak. También es un experto en Irán, pulso en el que ha criticado al actual Gobierno por no querer sentarse a hablar directamente con Teherán.