La «traición» de los chiíes

El Ejército estadounidense deberá afrontar este domingo un aniversario con el que Washington no había contado. La guerra de Irak superará entonces la duración de la intervención de tropas de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial. Y obviamente, no existe patente para una rápida solución del conflicto. Al contrario, representantes del Gobierno y el Ejército norteamericano advierten de un fracaso rotundo en caso de que el mayor problema en Irak, las modernas milicias y escuadrones de la muerte, no se solucione de forma inmediata. El máximo riesgo, a ojos de los expertos militares, pro-viene del Ejercito Mahdi, del joven clérigo chií Muktada al Sadar, perseguido por la Jus-ticia. Desde Washington, sin embargo, se señala también como responsables al Go-bierno dirigido por otro chií, Nuri al Maliki, y al máximo dirigente religioso de esta confesión: el gran ayatolá Ali Sistani. En la capital de EE.UU. se dice que ninguno hace frente a las milicias. «Al Maliki no debería usar sólo las frases correctas, también debería hacer las cosas correctas», sostiene el coordinador para Irak del Departamento de Estado, David Satterfield. Entre los analistas estadounidenses empieza a escucharse ya la palabra «desagradecidos» para referirse a los chiíes. El Ejército ve la solución en prolongar la ofensiva militar en Bagdad, iniciada en agosto, otros cuatro o seis meses. Según el comandante en jefe del mando central norteamericano, John Abizaid, las operaciones de combate contra «objetivos seleccionados» de los escuadrones de la muerte ya dieron buen resultado. Pero, ¿por qué concentrarse en Bagdad? El influyente senador republicano John McCain cree que las tropas deberían tomar primero el control de las convulsas provincias que rodean la capital, de mayoría suní. «Así demostraríamos a los chiíes que no necesitan al Ejército de Mahdi para protegerse», argumenta. A dar ideas se apunta también el senador demócrata Carl Levin, para quien su país debería amenazar con una retirada si no se actua contra las milicias. «Estados Unidos dio a los iraquíes la posibilidad de construir una nación al costo de casi tres mil muertos norteamericanos». Si no lo aprovecharon, «no se puede salvar a los iraquíes de si mismos», concluye el futuro presidente del Comité de Defensa del Senado.