Pinochet afirma en una entrevista inédita que nunca ordenó ni matar, ni torturar
El ex dictador chileno Au-gusto Pinochet aseguró que «jamás» ordenó los asesinatos, torturas y violaciones a los derechos humanos que come-tieron los militares y agentes de su régimen, en una entrevista inédita publicada ayer una semana después de su muerte. Además, insiste en definirse así mismo como un demócrata. «Yo jamás he dado una orden mala. Yo dispuse que no se apremiara a ninguna persona detenida», afirma Pinochet en la entrevista publicada por el diario La Tercera, , que reprodujo una conversación graba-da en video en mayo de 1999, mientras se hallaba detenido en Londres cuando el juez español Baltasar Garzón intentó sin éxito obtener su extradición a España. «Si me fallaron, ¿qué culpa tengo yo», se preguntó Pinochet, al atribuir a sus subalternos la responsabilidad por los más de 3.000 muertos y desaparecidos que dejó su dictadura (1973-1990). «Cuando sabía que había apremio de algún fulano hacía un sumario, lo mandaba a la justicia. Tampoco los podía fusilar», argumentó, al referirse a esos subalternos. El general Pinochet, que tomó por la fuerza el poder el 11 de septiembre de 1973 cuando derrocó al presidente socialista Salvador Allende, murió el domingo pasado a los 91 años. La entrevista al ex presidente de facto fue realizada por tres de sus ex colaboradores y la historiadora Patricia Aranci-bia Clavel, hermana del agente secreto del régimen Enrique Arancibia Clavel, condenado a prisión perpetua en Argentina en noviembre del 2002 por el asesinato en 1974 en Buenos Ai-res del general chileno Carlos Prats, que se oponía al golpe militar. El agente Arancibia Clavel pertenecía a la Dina (Direc-ción de Inteligencia Nacional), creada por el general Manuel Contreras que cumple en San-tiago una condena a 12 años de prisión por casos de detenidos desaparecidos. Pinochet señaló en la entre-vista que nombró a Contreras jefe de la Dina ya que «en ese momento era bueno porque había que apretar» a los opo-sitores. «En ese momento no me arrepentí. Era necesario un hombre que fuera bravo, porque los otros eran hartos bravos», sostuvo Pinochet, en alusión a los grupos que propiciaban la resistencia.