La repentina muerte del presidente del país centroasiático abre grandes interrogantes
El futuro de los hidrocarburos de Turkmenistán es una incógnita
Niyázov fundó un régimen dictatorial y un culto a su personalidad sin precedentes
El presidente de Turkmenistán, Saparmurat Niyázov, quien gobernó con mano de hierro durante 21 años, falleció ayer repentinamente de un paro cardíaco y su muerte ha abierto grandes interrogantes sobre el futuro de ese país centroasiático y sus ingentes riquezas en hidrocarburos. El deceso de Niyázov, de 66 años, se produjo las 01.10 hora local (20.10 GMT del miércoles), según el comunicado oficial del Gobierno turcomano, que decretó un duelo nacional de siete días. La súbita desaparición de Niyázov, fundador de un régimen dictatorial y de un culto a su personalidad sin precedente incluso para el espacio pos-soviético, ha sorprendido a Turkmenistán sin un mecanismo claro de sucesión. Aunque la Constitución del país señala que en caso de que el jefe del Estado no pueda cumplir sus funciones, por cualesquiera que sean los motivos, la presidencia de la república es asumida de manera provisional por el líder del Parlamento, el Consejo de Seguridad turcomano optó por una vía distinta. En un comunicado oficial, citado por la agencia oficial rusa Itar-Tass, el Consejo de Seguridad turcomano anunció que contra el actual presidente del Parlamento, Ovezgueldí Atáyev, se ha abierto un proceso penal, por lo que el viceprimer ministro Gurbangulí Berdimujammédov, ha asumido provisionalmente la jefatura de Estado. Poco antes, Berdimujammédov, también titular de Sanidad, había sido designado al frente de la comisión gubernamental encargada de la organización de los funerales de Niyázov, que tendrán lugar el próximo domingo en el panteón familiar del extinto presidente, situado en la localidad de Kipchak, en las afueras de Ashjabad. Varios medios rusos recordaron la vieja tradición soviética de que generalmente los responsables de organizar los funerales del máximo jerarca terminaban sucediéndole al frente del Kremlin. Sin embargo, según la Constitución, el jefe de Estado en funciones no puede ser candidato en las elecciones presidenciales que está obligado a convocar en un plazo de dos meses. Algunos expertos no descartan la posibilidad de una «sucesión dinástica» en Turkmenistán, como la que se produjo en Azerbaiyán en 2003, cuando a la muerte de Gueidar Aliev su hijo, Ilham, le sucedió en el poder. Pero Niyázov sólo hace unos meses sacó de la sombra a su hijo varón, Murad, de 39 años, a quien le confió representar los intereses de Turkmenistán en unas negociaciones sobre hidrocarburos, mientras que de su hija, Irina, poco es lo que se sabe, salvo que vive en Moscú desde comienzos de la década de los años 90. Potencia en gas natural Turkmenistán, con una superficie de casi medio millón de kilómetros cuadrados, ligeramente inferior a la de España, tiene apenas casi cinco millones de habitantes y es el segundo exportador de gas natural, después de Rusia, de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). En 2005, Turkmenistán extrajo 73.000 millones de metros cúbicos de gas natural, de los que exportó más de la mitad a Rusia y Ucrania. Niyázov, respaldado por la riqueza turcomana en gas natural -un quinto de las reservas mundiales, según algunos estudios- mantenía distancias dentro de la CEI, cuyas cumbres ignoraba, y desarrollaba una política de cooperación con Irán, Turquía y China. «Esperamos que el traspaso de poder se lleve a cabo en los marcos de la ley y que se conserve la continuidad en nuestras relaciones», declaró ayer el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov. Fuentes de la oposición turcomana en Moscú citadas por agencia Interfax indicaron que próximamente «en alguna capital europea» se reunirán los dirigentes opositores en el exilio para analizar la situación creada con la desaparición de Niyázov, desde 1999 «presidente vitalicio» de Turkmenistán.