El complicado equilibrio de Ortega entre Bush y Chávez
El ex revolucionario sandinista busca la reconciliación con sus otrora enemigos acérrimos como EE.UU. y la Iglesia católica
El líder sandinista Daniel Ortega tomó ayer posesión de la presidencia de Nicaragua tras ganar las elecciones del 5 de noviembre. Pero el Ortega de hoy no es el de 1979, cuando llegó por pri-mera vez al poder, en el que permaneció hasta 1990. Pa-rece haberse doctorado en relaciones internacionales. En su anterior mandato, tuvo que hacer frente a una insurrección financiada por EE.UU., la Contra, pues el entonces presidente Ronald Reagan intentaba derrotar al Gobierno izquierdista amigo del «imperio del mal» -como llamó Reagan a la Unión Soviética-, en el que ya se incluía Irán. Ahora la vida de Ortega se vuelve a cruzar con la de un presidente republicano en EE.UU., donde un plagista George W. Bush bautizó como «eje del mal» a Corea del Norte, Irán e Irak, y con un Congreso en Washing-ton de mayoría demócrata, como en 1986. Fueron precisamente esos congresistas quienes impi-dieron a Reagan financiar la Contra nicaragüense, pero el hábil ocupante de la Casa Blanca se sirvió para ello de un subterfugio que acabó conociéndose como Irangate. El escándalo consistió en vender armas al «diablo» iraní, con el que no mantenía relaciones, para con los beneficios pagar a la Contra y acabar con la revolución sandinista que en 1979 derrocó al dictador Anastasio Somoza. Algunos de los protagonistas del Irangate han vuelto a la Casa Blanca o a destacados puestos en la política estadouniden-se: el vicepresidente Dick Cheney; el embajador en la ONU, John Bolton; el jefe de los servicios secretos, John Negroponte, y el secretario de Defensa, Robert Gates. En 1984, este último era el número dos de la CIA y propuso bombardeos en Nicaragua para atajar el comunismo. Hace unos meses, Bush intentó que el ex guerrillero no ganase los comicios. Mientras, el sandinista se volvió pragmático con el vecino norteño, con el que aboga por un respeto mutuo, y hasta arrancó al presidente estadounidense una llamada para felicitarlo. Pero Ortega también mira al sur. Aseguró que se sumará a la Alternativa Bolivariana para las Américas y al Tratado de Comercio de los Pueblos, que promueve Hugo Chávez. Este prometió petrodólares para levantar la mermada econo-mía nicaragüense (50% de desempleo). Interés eco-nómico es el que también profesa con Taiwán. En los últimos 16 años, invirtió en el país 240 millones de dólares. Y hasta hace migas con Irán, cuyo presidente Mahmud Ahmadineyad, está de camino a Managua. En casa, el ya presidente se reconcilió con la Iglesia, que colaboró en su triunfo. Le prometió no volver a las confiscaciones de antaño.