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«Es que soy una pobre mujer e ignorante» Veinticinco años de discreción y rutina

Isabelita, en su juicio sobre el legado de Perón en el 2002

Publicado por
Agustín Bottinelli Natalia Bore madrid - corresponsal | buenos aires
León

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María Estela Martínez nació el 4 de febrero de 1931, en la provincia de La Rioja (la misma que vio nacer a Carlos Menem), en un hogar de clase media, pero de adolescente se trasladó a Buenos Aires para cumplir con su sueño: la danza. Con 22 años, María Estela decidió unirse a una compañía de danza españolas y tropical y adoptar el nombre artístico de «Isabel». Una de sus giras le llevó a Panamá, donde el locutor argentino Roberto Galán -que animaba la no-che en la discoteca donde ella actuaba- le presentó a Juan Domingo Perón, que se alojaba en su casa huyendo de la policía secreta argentina tras ser derrocado como presidente argentino. Dos días después de su primer encuentro, pasaron juntos la Navidad de 1955 ya como pareja. Desde aquel día iniciaron un periplo que los llevó a Caracas, Santo Domingo y finalmente en 1960 a Madrid, donde un año después Isabelita se convirtió en la tercera esposa del general. Poco tiempo después se sumó al matrimonio el ex cabo de la policía federal José López Rega, que se convertiría en el ideólogo de Isabel y en el jardinero y mayordomo de Perón. Desde entonces, Isabel se dedicó a promocionar el regreso de su esposo a Argentina para ocupar por tercera vez la presidencia de la nación. Así en junio de 1973 integra la comitiva que acompaña la vuelta del general Perón de su exilio y el 12 de octubre de ese año, acepta ser la vicepresidenta del país, impulsada por López Rega. Pero el viejo líder llega al poder con su salud debilitada e Isabel debe asumir la presidencia el 29 de junio de 1974, 48 horas antes de la muerte de la muerte de su marido. En esa fecha se iniciaron 632 días de horror y terror para el país. López Rega, convertido en ministro de Bienestar Social, convence a Isabel de que los grupos de izquierda son enemigos del general y que había que destruirlos. Son momentos difíciles para el Gobierno y la sociedad argentina convulsa vive la zozofra con alteraciones constantes del ordem público que acaban desembocando en otra decsisión compleja. Crea así la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) y con ella se producen las primeras desapariciones de ciudadanos. Isabel es derrocada por los militares el 24 de marzo de 1976. Varios años después, frente al juez Baltasar Garzón, se atrevió a definirse: «Es que yo... soy una pobre mujer ignorante». María Estela Martínez Cartas, o lo que es lo mismo, Isabelita Perón, fijó su residencia de forma permanente en España en 1981. La tercera mujer de Perón lleva un cuarto de siglo viviendo en Madrid, donde la discreción más absoluta ha sido su nota definitoria. Hasta llegar a ocupar su casa actual, situada en una lujosa urbanización en la calle Valle de Ulsama, en la localidad madrileña de Villanueva de la Cañada y a la que se mudó hace alrededor de un lustro, la viuda de Perón y ex presidenta de Argentina durante 632 días, tuvo varias residencias en la capital. En 1989 se vio obligada a vender la finca 17 de Octubre, situada en la urbanización de Puerta de Hierro, para trasladarse a un piso de la calle Juan Hurtado de Mendoza, curiosamente muy próxima a la avenida General Perón. Los cuatro millones que Isabelita obtuvo por la venta de la finca fueron entregados a las hermanas y herederas de la segunda esposa de Juan Domingo Perón, Eva Duarte, a las que un juez la había obligado a indemnizar. Siempre haciendo gala de una discreción absoluta, que convertía casi en inexistentes sus apariciones públicas -con la excepción de algún acto benéfico, como el ras-trillo de Nuevo Futuro- Isa-belita Perón continuó su vida en la ciudad, donde también residió en la céntrica calle Moreto, en las inmediaciones del Museo del Prado. Su decisión de abandonar la ciudad y retirarse a una casa de la sierra, en Villanueva de la Cañada, redujo aún más sus actividad social pública. De lo poco que se sabe de su vida aquí han trascendido, además de su interés por las obras benéficas, sus visitas diarias a la iglesia. Tanto es así, que todas sus residencias se caracterizaron por tener muy próximo un templo. La citación para declarar ante el juez Garzón, el 3 de febrero de 1997, se tradujo en una reducción aún mayor de las salidas de esta mujer que, de nuevo, fue vista en el juzgado de Móstoles en junio del 2002, en un acto de conciliación con la Fundación por la Paz y la Amistad de los Pueblos (Funpaz), con la que aún litiga por parte del legado de Perón. Ahora otra cita con la Justicia, esta vez en Argentina, marcará su futuro que cuando menos se presenta con muchas dudas.