Blair busca fórmulas para frenar el auge del independentismo escocés

El primer ministro británico, Tony Blair, se vio obligado ayer a defender públicamente la unidad del Reino Unido, el mismo día en el que se cumplían 300 años de la firma de la unión entre Inglaterra y Escocia, y en momentos en los que crece el fervor independentista. Nada parece durar toda la vida y lo que hasta hace unos años parecía una locura, la división del Reino Unido, en los últimos años, y en especial en los últimos meses, ha tomado un cariz muy distinto. A pesar de que ayer Blair y el día anterior su ministro de Economía, Gordon Brown, calificaron una posible independencia de Escocia como «una locura innecesaria e imposible de que funcione». Una reciente encuesta realizada por la BBC indica que el 61% de los ingleses, el 51% de los escoceses y el 48% de los galeses apoyarian el establecimiento de un Parlamento inglés, es decir, que en Westminster dejara de haber una representación de Escocia y Gales y sólo se legislara en Inglaterra. La misma encuesta arroja que el 73% de los ingleses y el 56% de los escoceses quieren que se mantenga la unión entre los dos países. Sin embargo, el líder del Partido Nacionalista Escoces (SNP), Alex Salmon, aprovechó el debate político y social con motivo del tercer centenario de la Ley de la Unión, para exigir una vez más un referendo sobre la independencia de Escocia. «En este momento hay más apoyo por la independencia de Escocia que lo ha habido en cualquier otro momento de nuestra historia reciente», dijo Almon en una manifestación que sirve como punto de partida ante la situación preelectoral que vive la sociedad británica. Las elecciones al Parlamento escocés, que tendrán lugar el 4 de mayo, son esperadas con entusiasmo por parte de los nacionalistas, ya que se espera que por primera vez el SNP supere en escanos al Partido Laborista y logre la mayoria. Podrían entonces convocar su anunciada consulta sobre la independencia y donde cualquier posibilidad es factible.