Mercosur cierra su cumbre en medio de reproches y críticas mutuas entre los estados miembros

Las aspiraciones de una mayor integración suramericana, no sólo económica sino también social y cultural, volvieron a chocar con intereses y modelos políticos nacionales, que distancian a países como Argentina y Uruguay, o a Colombia y Venezuela. La cumbre semestral del Mercosur, que ayer concluyó en Río de Janeiro, supuso la apertura de un proceso que se anuncia largo y complicado para la adhesión de Bolivia como miembro pleno. Pese al balance positivo presentado por la presidencia, que ejerció en el último semestre Brasil, se vieron una vez más tensiones y alguna confrontación verbal, protagonizada en esta ocasión por el boliviano Evo Morales y el colombiano Alvaro Uribe, con el venezolano Hugo Chávez en el papel de abogado defensor. El origen fueron declaraciones de Morales en el plenario, donde habló de Colombia como un país que «ha invertido millones y millones en proyectos contra el narcotráfico» y está «con déficit comercial y fiscal». Morales argumentó que los países que más han crecido en América Latina durante los últimos años fueron Cuba, Argentina y Venezuela, de los que dijo que «viven con dignidad y soberanía», son «antiimperialistas» y se oponen a «los neoliberales». Uribe respondió con una defensa férrea de su gobierno, que, según dijo, ha invertido recursos para eliminar el narcotráfico y acabar con el flagelo de la violencia. Pero aún «ha sido mayor nuestra inversión social», agregó el mandatario, quien rechazó la unión de los países de la región en virtud de «un molde único» y dijo que la integración regional debe respetar la diversidad de los pueblos que la componen. Frente «bolivariano» Chávez no resistió la tentación de comentar que los comentarios de Morales eran «sanos» y que la respuesta de Uribe estaba «sobredimensionada», lo que dejó clara la distancia ideológica, que con Estados Unidos como telón de fondo, persiste entre los tres gobiernos. Al frente «bolivariano» acaba de sumarse el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien reclamó, en su primera intervención en una cumbre como jefe de Estado, superar la «visión economicista» de la integración y adoptar una más política, con una fuerte presencia del Estado.