Bush lanza un plan para detener la gran ofensiva talibán en Afganistán

Estados Unidos tiene listo un nuevo plan para estabilizar Afganistán que incluye un paquete con medidas políticas, económicas y militares. Washington se prepara para un recrudecimiento de los ataques de los talibanes durante la próxima primavera. Así lo indican sus informaciones de inteligencia y el hecho constatable de que, por primera vez desde la caída de su régimen, los rebel-des han sido capaces de seguir lanzando ataques durante el duro invierno afgano, lo que da muestra de su capacidad. La nueva estrategia, revelada primero por The Washington Post y confirmada posteriormente por funcionarios de la Casa Blanca, será presentada hoy por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, a sus colegas en la sede de la Otan en Bruselas. El plan pasa por extender por cuatro meses más la estancia de 3.200 soldados de la Tercera Brigada de la 10 División de Montaña de EE.UU. La Inteligencia estadounidense espera para la próxima primavera la que podría ser la mayor ofensiva talibán, después de que el 2006 haya sido el año más sangriento desde la invasión. Más tropas La Otan, que tomó en el 2006 el control sobre las tropas allí desplegadas, anunció ayer el envío de entre 1.500 y 3.500 soldados adicionales. En la actualidad hay 33.000 efectivos bajo su autoridad -de ellos unos 12.000 estadounidenses y 700 españoles (cerca de 300 gallegos)- y otros 12.000 que operan sólo bajo mando norteamericano. En los últimos tiempos Washington ha presionado a países como Alemania, Italia o España para que envíe a sus tropas a las regiones del sur, donde la violencia es mayor, algo que no ha conseguido. «Todo el mundo está hablan-do de la gran ofensiva talibán en primavera. Nosotros debemos ser los que la llevemos a cabo si es que se va a producir alguna», dijo Kurt Volker, un alto funcionario del Departamento de Estado. Entre otras cosas, quiere frenarla a toda costa para que no se erosione la débil confianza que tiene el pueblo afgano en el presidente Hamid Karzai. Para apuntalar aún más a su gobierno, y como parte de la nueva estrategia, la Casa Blanca pedirá al Congreso unos 8.000 millones de dólares para destinarlos a proyectos de reconstrucción y de seguridad en el país, lo que supondrá un paso de gigante respecto a lo invertido en ayuda desde la invasión en 2001, poco más de 14.000 millones. Estos esfuerzos están dirigidos principalmente a contrarrestar el creciente poder e influencia del movimiento talibán, que hace unos días anunció que gastará un millón de dólares en abrir seis nuevas escuelas -bajo la ley islámica o sharia- en el sur del país, un paso más en su ambiciosa y milimetrada campaña para socavar la influencia y presencia del Gobierno de Karzai.