La violencia religiosa de Irak se traslada a las ciudades de EE.UU.
Los chiíes celebraban la muerte de Sadam Husein. Los suníes observaban con resentimiento. Estalló la violencia. Pero los cristales que saltan por los aires no son los de los comercios de Bagdad, sino los del barrio chií de Dearborn, en Michigan. Por eso la violencia que ha dejado de ser noticia en Irak ocupaba ayer la portada del The New York Times . Allí, en el restaurante Al Akashi de la Avenida Warren, junto a un cristal resquebrajado por el vandalismo, un camionero chií contaba al rotativo cómo la sangrienta guerra civil que se ha desatado en Irak tiene su eco en la emigración iraquí de Estados Unidos. «Esta gente nos mira como si le hubiéramos vendido nuestro país a EE.UU.», contaba Aqeel al Tamimi. A lo largo de esa avenida a las afueras de Detroit, una docena de comercios y tres mezquitas han sido objeto del vandalismo. La escalada de la tensión étnica se refleja también en las universidades de otras ciudades que concentran comunidades de musulmanes. Es el caso de Rutgers University, en New Jersey, donde algunos estudiantes chiíes dicen ser discriminados por las asociaciones de estudiantes musulmanes, dominadas por suníes.