Diario de León

¿Planea EE.UU.un ataque a Irán?

Washington ha enseñado músculo militar en los últimos días para amedrentar a Teherán y hacerle retroceder en sus planteamientos nucleares, pero los iraníes no dan su brazo a torcer

Publicado por
David Beriain - redacción
León

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De repente, todo el mundo habla de una guerra con Irán. Ayer fueron un grupo de oenegés y centros de estudios británicos los que alertaron de las consecuencias que tendría lanzar un ataque contra Teherán. El domingo, tres ex altos cargos militares norteamericanos publicaron una carta en The Sunday Times para advertir más o menos de lo mismo. Pero, ¿de verdad está EE.UU. pensando en atacar Irán? La opción militar para acabar con el programa nuclear iraní está, efectivamente, sobre la mesa. Lo ha estado desde la toma de Bagdad en el 2003. Entonces los halcones de la Casa Blanca confesaban envalentonados que el régimen de los ayatolás era el próximo objetivo en su carrera por democratizar Oriente Medio por la vía militar. Ahora, lo que los halcones han perdido en arrogancia lo han ganado en prisa, porque Washington ve que Teherán avanza en su dominio de la tecnología nuclear. Se prevé que el día 11, en el aniversario de la Revolución, los ayatolás anuncien sus progresos en el enriquecimiento de uranio. EE.UU. no cree en que se pueda convencerles por la vía diplomática. No quiere ver un Irán armado con un arsenal atómico y no es el único. Israel teme perder la hegemonía nuclear en Oriente Medio, ya que hasta ahora ha sido su mejor garantía de supervivencia. Y mucho más a manos de un régimen como el de Mahmud Ahmadineyad, que ha prometido «borrar el Estado judío del mapa». 1397124194 Pero una cosa es querer y otra poder. Las opciones militares de EE.UU. son muy limitadas. La invasión está descartada. El Pentágono tiene problemas para cumplir sus compromisos en Afganistán e Irak. Cualquier ataque vendría por el aire. De hecho, ya se está trabajando sobre un plan. El periodista Seymour Hersh, que destapó las torturas de Abu Ghraib, reveló en abril del 2006 la presencia de fuerzas especiales de EE.UU. en Irán para marcar los objetivos de un bombardeo. Y sacó a la luz el debate abierto en Washington sobre la conveniencia de usar armas nucleares tácticas para destruir las instalaciones atómicas iraníes. El plan tiene varios problemas. Para empezar hay que saber dónde están esas instalaciones. Se cree que Irán ha sepultado algunas de ellas bajo tierra para impedir ataques como el que Israel lanzó sobre la central iraquí de Osijek en 1981. Según Hersh, se necesitaría un ataque por lo menos tan intenso como el que dio comienzo a la guerra de Irak. Algo fuera del alcance de las fuerzas aéreas israelíes, que también se plantean atacar. Irán no se quedaría quieto. Su Ejército es muy superior al iraquí en el 2003 y sus misiles tienen Tel Aviv a tiro. Pero además dispone de la más formidable estructura terrorista del mundo: Hezbolá. El pulso está servido. Washington enseña músculos. Envía otro portaviones a la zona para reforzar a los 200.000 soldados que ya ro-dean Irán. Asalta el consulado iraní en Irak, detiene a cinco agentes y los acusa de matar militares norteamericanos. Teherán sigue a lo suyo, ayudando a los insurgentes iraquíes y afganos para mantener ocupado al Pentágono. El problema es que estas situaciones tienen inercia propia. Cualquier malentendido puede significar el desastre. La guerra ya no es una hipótesis tan lejana.

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