Ceder sin que se note demasiado
Para que luego digan que Corea del Norte es imprevisible¿ Tal y como anticipabamos al día siguiente de que el régimen de Pyongyang llevase a cabo su primera prueba nuclear, los norcoreanos han vuelto a la mesa negociadora a seis bandas para cerrar un trato rápidamente. El enviado especial de Washington, Christopher Hill, se mostraba ayer muy satisfecho y con razón: el lunes las negociaciones estuvieron a punto de naufragar otra vez. Pero es Corea del Norte quien tiene más motivos para la alegría, porque con su peligroso «bluff» nuclear ha logrado casi todo lo que quería. Para empezar, ha conseguido la negociación bilateral con EE.UU. a la que Washington tanto se resistía, ya que, aunque el acuerdo se haya aprobado en el marco del Grupo de los Seis (con Rusia, Corea del Sur, Japón y China), el borrador lo elaboraron Hill y el negociador norcoreano Kim Kyegwan a solas en Berlín el mes pasa-do. En este acuerdo, Corea del Norte acepta cerrar su reactor de Yongbyon, pero en paralelo con el establecimiento de relaciones con EE.UU. y Japón y no como paso previo (el motivo de su salida de las negociaciones del 2005). Ésta normalización diplomática supondrá el fin de las sanciones impuestas por Estados Unidos, que estaban ahogando la ya de por sí sórdida economía norcoreana, mientras que se reanuda la ayuda energética a Pyong-yang. Pero el texto nada dice del programa de misiles con uranio enriquecido, por lo que Corea del Norte se guarda todavía un as en la manga. En Washington los ultraconservadores están que trinan. En cambio, el presidente Bush se da con un canto en los dientes. Después de tanto criticar a Clinton por su «política suave» en Corea del Norte, el susto de la prueba nuclear norcoreana parece haberle hecho caer en la cuenta de que si ya es peligroso ir por las malas en el Próximo Oriente más peligroso puede serlo aún en el Lejano. Teherán habrá tomado nota.