Cómo vivir siete años aoscurasycon basura
La opinión pública austríaca se preguntaba ayer estupefacta cómo ha sido posible que durante siete años pasase desapercibido el sufrimiento de tres niñas encerradas a oscuras y entre basura en una casa de un barrio elegante de la ciudad de Linz. El caso ha salido a la luz pocos meses después de que la liberación de Natascha Kampusch, jo-ven de 18 años que estuvo secuestrada desde que tenía diez en un minúsculo zulo subterráneo en las afueras de Viena, desencadenara una ola de incredulidad y estupor dentro y fuera del país. Este fin de semana se supo que la casa de una zona de clase media alta, propiedad de una familia de conocidos juristas, albergaba en su interior una mazmorra donde las tres niñas padecieron una larga penuria de siete años, en las condiciones más miserables y bajo la custodia de una madre divorciada con trastornos psíquicos. La historia tiene los ingre-dientes para convertirse en un escándalo político por la dejadez con la que actuaron los servicios de asistencia a menores, así como las autoridades escolares. A Elisabeth, Viktoria y Katharina, que tenían 13, 10 y 6 años cuando se inició su encierro de siete años, no se les permitía hablar con nadie y los daños psíquicos que presentan son tan graves que los especialistas dudan de que las dos mayores puedan jamás llevar una vida normal. Las niñas vivían en una situación de penuria difícilmente imaginable: jugaban con ratones cuyos excrementos estaban por toda la casa y, debido a su falta de contacto con el exterior, habían desarrollado un lenguaje propio que únicamente entendían entre ellas. La dramática situación familiar quedaba oculta tras la fachada de la amplia casa en la que residían, en un barrio de gente bien, que reflejaba el poder adquisitivo de sus progenitores divorciados: juez el padre y abogada la madre.