Kabul informó de quince afganos muertos y EE.UU. de dos soldados y un contratista
Cheney se tuvo que refugiar en un búnker tras ser atacada una base
El ataque prueba la infiltración talibán en la inteligencia del país, según los expertos
El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, salió ileso de un atentado suicida perpetrado ayer a las puertas de la mayor base norteamericana en Afganistán, en Bagram, que causó un número indeterminado de muertos, entre tres y dieciocho, según las distintas fuentes. Cheney, que pasaba la noche en el recinto militar, fue trasladado a un búnker tras el atentado, cuya autoría fue reivindicada por el portavoz talibán, mulá Hayat Khan. El kamikaze logró atravesar un puesto de control a cargo de soldados afganos y se dirigía hacia la entrada custodiada por los norteamericanos cuando hizo detonar el explosivo, según un testigo. En el momento del ataque, Cheney estaba en su habitación, en la que permanecía después de que un inesperado mal tiempo lo forzara a posponer su viaje a Kabul, a unos 60 kilómetros. «A las 10.00 escuché una fuerte explosión», dijo Cheney. La alerta roja se disparó en la base y funcionarios del servicio secreto informaron al vicepresidente que se trataba de un supuesto ataque suicida. «Ellos me trasladaron en un período de tiempo relativamente breve a uno de los refugios antibombas», señaló. «Cuando la situación se estabilizó y tuvieron una visión mejor de lo que estaba pasando, regresé a mi habitación hasta que fue el momento de partir», añadió. Un portavoz del Ministerio del Interior afgano informó de la muerte de 15 afganos, mientras el Ejército de EE. UU. redujo a tres el número de fallecidos, un soldado estadounidense, otro surcoreano y un contratista e informó de la existencia de 23 heridos.. Poco después de la explosión, Cheney, viajó a la capital afgana para reunirse con el presidente Hamid Karzai. El atentado suicida contra Bagram muestra que los talibanes y Al Qaida se han introducido en los servicios secretos afganos, según los expertos. También demuestra los cada vez mejores recursos que tienen los extremistas, que se preparan para una ofensiva en primavera. Las visitas de Cheney a Pakistán y Afganistán no se anunciaron y se mantuvieron en un secreto aún mayor que el que rodeó el viaje del presidente Bush en marzo del 2006. «Estaban esperando una visita de alto nivel para atacar. Esta visita, aunque se mantuvo en secreto, se conocía en algunos círculos en Kabul e Islamabad», asegura el escritor Ahmed Rashid, autor de un libro sobre los talibanes.