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Los enfrentamientos más relevantes se dan entre la candidata socialista y el conservador

El juego sucio empaña el maratón en busca de votos en Francia

Robos, sobornos y escándalos financieros protagonizan la carrera al Elíseo

La candidata socialista al Elíseo, Ségolène Royal, saluda a un vendedor en el mercado de Auch

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Esperanza Suárez - corresponsal | parís
León

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A mes y medio de la cita con las urnas, las presidenciales francesas se enrarecen. Escándalos financieros, robos sospechosos, presuntos sobornos¿ El juego sucio se consagra como protagonista de la precampaña con la sombra de la duda planeando sobre la doble condición de Nicolas Sarkozy, candidato al Elíseo y ministro del Interior. Los sofisticados métodos de la policía científica no han conseguido aún identificar al ladrón o ladrones que se empeñan en buscar algo especialmente valioso en el círculo íntimo de Ségolène Royal. Las huellas dactilares que permitieron la fulminante detención de los ladrones de la moto del hijo de Sarkozy no han podido aclarar aún quién entró el pasado mes de agosto en el domicilio que la candidata socialista comparte con François Hollande en Boulogne ni quién robó en la noche del lunes al martes el ordenador de una de sus asesoras. Como hay donde alimentar la sospecha, los socialistas han decidido acudir a los tribunales, con una creciente psicosis tras la investigación de los servicios de inteligencia acerca del flamante nuevo consejero de medio ambiente de Royal, finalmente reconocida por la policía. Pero los servicios secretos que aún obedecen a Sarkozy niegan, en cambio, estar tras la investigación del patrimonio de la candidata. Causó cierto revuelo saber que ella y su compañero pagan el llamado impuesto de solidaridad sobre la fortuna. Esta misma tasa amenaza la credibilidad del propio Nicolas Sarkozy, en entredicho tras las revelaciones sobre su jugosa operación inmobiliaria en Neuilly, de donde fue alcalde durante casi 20 años: un beneficio del 122% en la compraventa de un apartamento tras recibir trato de favor del promotor. El piso, adquirido en 1997, parecer ser que no tributó hasta el año pasado. En campo propio Sarkozy sabe mucho de juego sucio y suele mirar a su propio campo cuando se reconoce como «víctima»: los actuales presidentes, Jacques Chirac, y primer ministro, Dominique de Villepin, tienen aún cosas que aclarar en el caso Clearstream, con el que presuntamente intentaron implicarlo en el escándalo de la venta de fragatas a Taiwán. Y dicen las malas lenguas que fue un mensaje salido del móvil de Villepin, entonces aspirante a candidato, el que hizo público el adulterio de Cecilia Sarkozy. ¿Tendrá algo que ver Sarkozy con los problemas de Le Pen? El ultraderechista ha acudido a los tribunales para denunciar las «amenazas» que reciben los alcaldes que le prometen su apoyo. A él lo acusan de intentar comprar padrinos por mil euros.

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