Diario de León

La policía enfría Copenhague

Unas cuatro mil personas se manifestaron ayer pacificamente por las calles de la capital danesa contra el derribo del mítico centro juvenil Ungdomshuset, epicentro de la polémica

Una joven lee las pancartas con flores en las cercanías del derribo

Una joven lee las pancartas con flores en las cercanías del derribo

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Juan Oliver - env. especial | copenhague
León

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La rebelión continúa y el movimiento sigue vivo, pero sin capacidad aparente para enfrentarse al impresionante despliegue policial que le ha puesto coto. Los jóvenes que desde hace días tienen en vilo a Dinamarca, por su oposición a la clausura del mítico centro juvenil Ungdomshuset, mantuvieron ayer su calendario de reivindicaciones. Aunque, eso sí, sin rastro apenas de los graves incidentes (los peores que se recuerdan en la capital danesa) y que han provocado la detención de más de 670 personas en apenas seis días. La contundente actuación policial parece haber dejado sin líderes ni opciones a la rama más violenta de los grupos antisistema que encabezaron las protestas, y que provocaron los enfrenta-mientos que el fin de semana obligaron a los antidisturbios a reclamar el auxilio de sus co-legas suecos para hacer frente a una sorprendente estrategia de milicias urbanas. Unos 220 detenidos han sido puestos a disposición judicial, y muchos de los más de 140 extranjeros que acudieron a solidarizarse con sus compañeros daneses han sido deportados ya a sus países. Derribo adelantado Pese a todo, el derribo adelantado y sin previo aviso del mítico edificio ubicado en el número 69 de la calle Javteg, del que ayer apenas quedaba en pie una de sus fachadas, no parece haber enfriado el espíritu combativo de los miles de jóvenes que disfru-taron durante décadas de su oferta alternativa de servicios sociales, educativos y cultura-les (cine, teatro, conferencias, música en directo). Cerca de 4.000 personas se manifestaron ayer pacíficamente por las calles de la ciudad, en una marcha convocada de nuevo a través de Internet y de mensajes cortos de teléfono móvil, y que partió a las cinco de la tarde de la céntrica estación de Norreport, a un kilómetro del solar donde hasta el lunes estaba el Ungdomshuset. Aunque el acto no había sido autorizado ni por el Ayunta-miento ni por el Gobierno, varios vehículos blindados y medio centenar de policías escoltaron a los manifestantes, en su mayoría adolescentes, durante los dos kilómetros del recorrido.La marcha concluyó a las puertas de Christiania, la comuna nacida hace tres decenios al calor del movimiento hippie de los años setenta y que desde entonces trata de mantener vivo, sobre 22 hectáreas de terreno propiedad del Estado, uno de los principales símbolos de ese modo de vida libertario, mancomunado y autogestionado que también defienden muchos de los chicos que frecuentaban el Ungdomshuset. A los mismos a los que no ha sentado nada bien que su casa, vendida por el Ayuntamiento en el año 2000, haya pasado ahora a manos de una secta ul-tracatólica (Faderhuset, Casa del Padre, en español).

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