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Confesó ante un juez militar en Guantánamo que decapitó al periodista Daniel Pearl

El cerebro del 11-S lamenta las muertes en lo que llama guerra

También admitió ser quien diseñó decenas de atentados fallidos, como el asesinato de Clinton y el Papa

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Óscar Santamaría - corresponsal | nueva york
León

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«En una guerra, siempre habrá víctimas. Pero no estoy contento de que hayan muerto 3.000 estadounidenses. Hasta incluso lo lamento. No me gusta matar niños». Quien ha dicho esto no es otro que Jalid Sheij Mohamed tras confesar ser el «responsable de la A a la Z» de los atentados del 11-S. Las palabras de Mohamed, recogidas en la transcripción difundida ayer por el Pentágono de su reciente confesión ante un tribunal militar en la base de Guantánamo, cogieron por sorpresa a los estadounidenses. Sobre todo por los detalles ofrecidos por quien se presentó como «el comandante de operaciones militares internacionales de Al Qaida», que asumió ser el cerebro del 11-S y de una treintena de atentados, desde intentos fallidos para asesinar a Bill Clinton o al Papa Juan Pablo II mientras visitaban Filipinas en viajes separados en 1994 y 1995, hasta la ejecución con sus propias manos del periodista de The Wall Street Journal Daniel Pearl en el 2002. «Lo decapité con mi mano derecha bendecida en la ciudad de Karachi. Para aquellos que lo quieran confirmar, hay imágenes mías sujetando su cabeza en Internet», dijo durante la vista judicial que se celebró el pasado sábado sin acceso de periodistas ni de sus abogados. El lugarteniente de Osama Bin Laden -uno de los 14 sospechosos retenidos en prisiones secretas de la CIA que Bush ordenó trasladar a Guantánamo- reconoció ser el responsable de diseñar, dar entrenamiento o buscar financiación para llevar a cabo decenas de atentados que tenían como objetivo, por ejemplo, volar rascacielos en Los Ángeles (la Library Tower) o Chicago (la Sears Tower), el canal de Panamá o el Big Ben de Londres, además de estar detrás de los atentados de Bali (Indonesia) o el primero contra el World Trade Center, en 1993. Durante su comparecencia ante la corte militar especial, reconoció -siempre según el Pentágono- estar cómodo con la definición de «combatiente enemigo». «Sí, lo somos. Pero les pido otra vez que sean justos con otros detenidos (sospechosos de terrorismo) que no lo son. Muchos de ellos han sido arrestados injustamente. Muchos, no uno ni dos ni tres...». Comparaciones Mohamed no dudó en compararse con el presidente George Washington, considerado «padre de EE.UU.». «Si estuviéramos en la Guerra de la Independencia y hubiera sido capturado por los británicos seguro que lo habría calificado como combatiente enemigo, pero los americanos lo consideran un héroe». En otra parte de su confesión afirmó que el islam «nunca me ha dado luz verde para matar a gente. Asesinar, como en el cristianismo y el judaísmo, está prohibido. Pero hay excepciones a la regla, como cuando vosotros (Estados Unidos) estáis matando gente en Irak». En la transcripción se deja claro que Mohamed alegó torturas a manos de «gente de la CIA». Pero el detenido insinuó que no fue maltratado en Guantánamo e insistió repetidas veces que sus largas confesiones ante la audiencia no eran bajo coacción. Lo que no está claro del todo es cuánto de lo dicho por el cabecilla de Al Qaida es cierto. La comisión que investigó el 11-S subrayó en el 2005 «su extravagancia y su ambición», y un acentuado afán de notoriedad. Nacido en Pakistán hace 41 años, creció en Kuwait y se graduó en ingeniería mecánica en Carolina del Norte en 1986.