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Publicado por
David Beriain - redacción
León

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Dijeron que había armas de destrucción masiva y no las encontraron. Dijeron que el régimen de Sadam Huseín tenía vínculos con Al Qaida que luego se probaron falsos. Dijeron que los iraquíes les recibirían con ramas de olivo, que la guerra no duraría más de seis meses. Y cuatro años después de invadir Irak, Esta-dos Unidos sigue embarrado en Mesopotamia. Desde su planeamiento hasta el caos actual, pasando por los escándalos de las tor-turas, las masacres de civiles y el escaso apoyo dado a sus soldados heridos, la guerra de Irak ha estado trufada de mentiras, errores de cálculo y otros desastres. Este es un paseo por la hemeroteca de los horrores, un recorrido sobre el abismo que separa lo que dijeron los mandos políticos y militares y lo que efectivamente sucedió. Las armas de destrucción masiva «Irak posee armas algunas de las armas de destrucción masiva más letales que se han conocido. Estados Unidos ha encontrado algunas... hemos encontrado dos laboratorios de armas biológicas» GEORGE W. BUSH 29-06-03 Las armas de destrucción masiva fueron la principal justificación de la guerra, junto con los vínculos del régimen de Sadam con Al Qaida. Ambos resultaron ser falsos. El Pentágono destinó millones de dólares y una brigada especial a rastrear Irak en busca de las armas. No hallaron nada significati-vo. En el fragor por defender sus argumentos, Bush llegó a afirmar en junio del 2003 que habían encontrado laborato-rios de armas biológicas. La inteligencia estadounidense concluyó que se trataba de laboratorios comunes, sin fines militares. Bush no fue el único líder que aseguró sin dudas la exis-tencia de esas armas. Blair y Aznar hicieron lo propio. La duración de la guerra y la reacción de los iraquíes «Vamos a ser recibidos como libertadores. Creo que la guerra va a durar muy poco. Terminará en semanas, no en meses» DICK CHENEY 16-03-03 El optimismo ante la guerra fue tal en la Casa Blanca que el planeamiento de la pos-guerra se basó en la tesis de que los iraquíes agradecerían la invasión y se pondrían in-mediatamente a construir una democracia. Quienes se mostraron críticos dentro de la Administración con esta lí-nea de pensamiento -como el secretario de Estado Colin Powell- fueron relegados o silenciados. Este discurso triunfalista llevó a Bush a subirse a la cubierta del USS Lincoln el 2 de mayo del 2003 para dar su llamado «Discurso de la vic-toria». Aseguró que la fase principal de los combates había terminado. Detrás de él había un letrero en el que se leía: «Misión cumplida». En ese mismo discurso Bush repitió que con la guerra se había acabado «con un aliado de Al Qaida». El coste de la guerra «Irak va a ser económicamente autosuficiente. No va a necesitar ayuda extra para la reconstrucción» PAUL WOLFOWITZ 27-03-03 Aunque resulte difícil creerlo, en los planes del Pentágono los fondos previstos para la posguerra iraquí eran de ape-nas unas decenas de millones de dólares. Se trabajaba bajo la hipótesis, auspiciada por el subsecretario Paul Wolfowitz -uno de los principales arqui-tectos de la guerra-, que el petróleo iraquí financiaría la reconstrucción. Hasta el mo-mento la guerra ha costado al-rededor de 400.000 millones de dólares a los contribuyen-tes norteamericanos. Abusos a prisioneros «Ya no habrá nunca más en Irak cámaras de tortura ni violaciones a prisioneros» CONDOLEEZZA RICE 19-03-04 Cuando quedó claro que no se iban a encontrar las ar-mas de destrucción masiva, Washington se aferró al terror del régimen de Sadam como justificación de la invasión. Pero entonces se destapó el escándalo de las torturas en Abu Ghraib y las matanzas de civiles en Haditha. El apoyo a las tropas «Hacemos todo lo que podemos para proteger a las tropas y cuidarlas» GEORGE W. BUSH 16-12-06 El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, planeó una guerra con 150.000 soldados, a pesar de las advertencias de los mandos militares para que aumentara el número de efectivos, sobre todo de cara a la ocupación del país. Bush prometió que, fueran los que fueran, recibirían el mejor material y atención. Una investigación periodística reveló hace unos días que al-gunos de los 25.000 heridos de guerra convivían entre la mugre del hospital militar Walter Reed.