Dos aniversarios y un año nuevo

I. Irak: cuatro años de ocupación. A pesar de todos los análisis, queda una pregunta sin respuesta: ¿Cómo se puede establecer la democracia en Irak si las clases medias, que como su nombre indica, cuentan con fondos, los han usado precisamente para abandonar Irak? Rami Juri, periodista libanés de la dirección del Daily Star, resume la situación: El primer problema radica en la misma creación de Irak, por oficiales coloniales británicos, amalgamando diversas etnias, nacionalidades y religiones, en algunos casos milenarias, en un solo estado. El segundo, en vez de crear mecanismos que sirvieran a la colectividad, la autocracia y el despotismo se impusieron desde los primeros golpes militares de los años 30. Tercero, la concentración del poder en un clan, una etnia, los suníes de Tikrit, que brutalizaron, desde 1968 al 2003 al resto, dejando tras de sí una cultura de resentimiento y venganza. Cuarto problema, la invasión angloamericana del 2003, que destruyó las estructuras del estado provocando el inicio de la resistencia, y la creación de una tierra de nadie para milicias, criminales, y terroristas de Al Qaida. II. Arabia Saudí: quinto aniversario de la iniciativa de paz. El 28 se reúne en Riad la Liga Árabe, con el apoyo de la gira de Condoleezza Rice. Guy Mayan, del periódico israelí Maariv, escribía ayer que «la iniciativa de paz saudí es una llamada, un grito, de los elementos moderados árabes en dirección a Israel». Ari Shavit, en Haaretz, re-cuerda que, desde la Comisión Peel, en 1936, durante 70 años, se ha visto pasar un plan de paz detrás de otro, sin éxito. «Quién teme la iniciativa saudí?», se pregunta. III. Noruz, año nuevo persa. Desde Abadán a Bakú, des-de Shiraz a Estambul, con la llegada de la primavera, se ha entrado en otro año. El origen de la celebración es pagano. Sus raíces se hallan en Zoroastro -el Zaratrusta de Nietzsche-, que adoraba la luz y el fuego. Antes de que existieran musulmanes, suníes, chiíes, sufistas, salafistas, todos eran zoroastrianos. Mahmud Ahmadineyad, ha querido cancelar la fiesta, pero no se ha atrevido a intentarlo dos veces. En Teherán, todo el mundo ha comprado un pez dorado, orondo en su pecera, como símbolo de suerte para el año nuevo.