| Análisis |
Irán, el genio de la lámpara
Estaba previsto que en la tarde de ayer, hora de Nueva York, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobase las nuevas sanciones contra Irán. La presidencia rotatoria, que corresponde en estos momentos a Sudáfrica, había pedido más tiempo y contaba para ello con el apoyo de muchos países. Pero una vez más la ONU ha demostrado su docilidad ante las presiones. Parece que la cara de susto que se le puso al nuevo secretario general, cuando en plena conferencia de prensa en Bagdad se escuchó la explosión de una bomba, va a ser el emblema de este político coreano cuyo nombre tardaremos todos bastante en aprender, tan gris ha sido su debut. Teherán en cambio, es cualquier cosa menos flexible. Antes de ayer, su primer ministro, Ahmadineyad, canceló el viaje para ir a hablar ante el Consejo de Seguridad. Ha decidido jugar más fuerte y, quizá por eso, el Ejército iraní apresó el viernes a quince militares británicos en el estuario de Shatel Arab. Irán dice que estaban en sus aguas territoriales pero, contrariamente a lo ocurrido hace tres años en un incidente similar, esto es poco probable. Si, como parece, Irán ha capturado a estos soldados para usarlos políticamente, vayámonos preparando para una larga escalada de tensión. Y lo que cabe preguntarse es ¿qué sentido tiene todo esto? El eje Washington-Londres parece que no sabe lo que quiere. Por una parte están suplicándole a Irán que les ayude a estabilizar Irak, como sucedió en la pasada conferencia en Bagdad y volve-rá a suceder en la próxima en Estambul. Por otra parte, intenta doblegar a Teherán mediante sanciones para que ponga fin a un programa nuclear que nadie serio cree que pueda conducir a la fabricación de una bomba atómica que funcione. Jugador de ajedrez El asunto es todavía más irónico, porque si Irán se ha transformado en el poder regional dominante en Oriente Medio junto (o más bien frente) a Israel, es justo gracias a la política angloestadounidense, que ha liquidado a sus enemigos, los talibanes en Afganistán y Sadam en Irak. La influencia de Teherán en Irak, Siria y el Líbano le convierten ahora en el jugador de ajedrez de la zona (un juego que, por si fuera poco, se inventó en Irán). Ahora, británicos y norteamericanos quieren volver a meter el genio en la lámpara (otra historia nacida de la literatura persa), pero no saben cómo. Alguien dijo que el insulto se inventó como una solución de compromiso entre pegarse y salir corriendo. En política, lo mismo se puede decir de la sanción económica. En un nuevo prodigio de falta de imaginación, eso es lo único que se les ha ocurrido a los diplomáticos occidentales. Que no conseguirán doblegar a Irán es seguro, la cuestión ya es sólo saber qué hará cuando se enfade.