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Grupos pro derechos le acusan de imponer un «régimen de terror»

El temido Ramzán Kadírov asume el poder en Chechenia Las condiciones de los presos en Guantánamo han empeorado según Amnistía

También se le acusa del asesinato de la periodista Anna Politkóvskaya en Moscú

Kadírov orando en el entierro de su padre, muerto en atentado

Publicado por
Ignacio Ortega Mercedes Gallego - moscú nueva york
León

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El temido hombre fuerte de Chechenia, Ramzán Kadírov, asumió ayer la presidencia de esa república norcaucásica rusa entre las promesas de cambiar su imagen de territorio maldito y permanecer «para siempre» en el seno de Rusia. «Haré todo lo que esté en mi mano para transformar Chechenia en una región estable y próspera», prometió durante el acto oficial de investidura que tuvo lugar ayer en Gudermés, segunda ciudad chechena. Kadírov se define a si mismo como un «guerrero del Cáu­caso» que combatió contra el Ejército ruso cuando aún era un adolescente y después con­tra los separatistas, a los que condenó a las montañas tras la muerte del ex presidente de la Chechenia independiente, As­lán Masjádov, y el comandante y terrorista número uno de Ru­sia, Shamil Basáyev. «Si eres un líder, la gente debe tenerte miedo», mantiene Kadí­rov, que cumplió en octubre pa­sado 30 años, el mínimo permi­tido para ejercer la Presidencia de esta conflictiva república. Su vida ha estado profundamente marcada por su padre, Ajmad, primer presidente prorruso de Chechenia y que fue asesinado el 9 de mayo del 2004 por los separatistas con una bomba en el estadio Dinamo de Grozni. «Haré todo lo que pueda para cumplir con dignidad lo que comenzó mi padre», ase­guró durante una reunión en el Kremlin con el presidente Vla­dimir Putin, su gran valedor. Impuesto revolucionario Para reconstruir la república, no ha dudado en imponer un «impuesto revolucionario» tanto a todos los empresarios que quieren hacer negocios en Chechenia como a la diáspora en Rusia, dinero que va desti­nado al Fondo Kadírov. Las organizaciones de dere­chos humanos le acusan de im­poner un «régimen de terror» y de establecer cárceles secretas donde se practica la tortura y la violación. Se le vincula con el asesinato en octubre pasado en Moscú de la periodista rusa Anna Politkóvskaya, que le acu­só en sus artículos en Nóvaya Gazeta de innumerables abusos contra la población civil. Polit­kóvskaya denunció que las mili­cias de Kadírov eran culpables de la mayoría de secuestros de civiles en Chechenia, donde más de 2.700 personas están desaparecidas. La gran mayoría de los 380 detenidos que quedan en la prisión de Guantánamo se encuentran en «crueles condiciones de aislamiento que son una burla para las normas internacionales», denunció Amnistía Internacional (AI). Según los testimonios recogidos por la organización de derechos humanos, las condiciones han empeorado en los últimos meses, con graves consecuencias para la salud física y mental de los presos, que llevan ya casi cinco años encerrados sin cargos. La última ignominia de esta infame prisión que Susan Sontag consideró en su día peor que los gulag soviéticos o la Isla del Diablo francesa es la creación del Campo 6, a donde han sido transferidos 165 prisioneros de otras instalaciones. En éste pabellón del que las autoridades estadounidenses presumen por su modernidad y seguridad las celdas no tienen ventanas, con lo que los detenidos no ven la luz del día ni respiran más aire fresco que el del sistema de ventilación.