FRANCOIS BAYROU, LA SORPRESA
Lidera la revolución tranquila para poner fin a un cuarto desiglo debipartidismo
Con la promesa de hacer «convivir» a los franceses y superar la «guerra de clanes» entre la izquierda y la derecha que se han alternado en el poder desde hace un cuarto de siglo, el candidato centrista, François Bayrou, ha sido la gran sorpresa de la campaña de las elecciones presidenciales. Protagonista de un fulgurante despegue en los sondeos que comenzó en enero pasado, el líder y postulante de la Unión por la Democracia Francesa (UDF) consiguió instalarse como el «tercer hombre» en el trío de cabeza. Bayrou, de 56 años, que llegó a igualar en marzo a la candidata socialista, Ségolène Royal, en las encuestas, que le dan como vencedor en un hipotético duelo final con el conservador Nicolas Sarkozy. Un argumento que ha esgrimido en la recta final de la campaña para disputar a Royal el arma del «voto útil» con el que cerrar el paso a una victoria de Sarkozy y a su proyecto de sociedad «dividida» y «dura con los débiles y suave con los fuertes». Convencido del cansancio del electorado con un duelo impuesto por los dos grandes partidos, se presentó como el candidato «anti-sistema», defensor de los «pequeños» frente a los «poderosos». Pero prometedor de una «revolución tranquila», en contraposición a la encarnación «anti-sistema» del ultraderechista Jean-Marie Le Pen, quien se había aupado a la segunda vuelta de las Presidenciales de 2002 y al que ha desbancado como «tercer hombre» en esta campaña. Sarkozy y Royal son, según Bayrou, los «candidatos de la continuidad» de «una guerra de trincheras» entre derecha e izquierda, mientras que él es el único «candidato del cambio». Para hacer frente a los graves problemas del país, promete unir en un Gobierno de «unidad nacional» a figuras «competentes» de izquierda, derecha, centro y Verdes para aplicar su proyecto de sociedad «valiente, reformista y solidario>.