NICOLAS SARKOZY, EL FAVORITO
Los sondeos le dan un favoritismo alque aporta su energía al servicio del poder
A dos pasos de la ambición de su vida, ser presidente de Francia, el conservador Nicolas Sarkozy promete a sus compatriotas revalorizar el trabajo, restaurar la «autoridad y el respeto», devolver credibilidad a la acción política y responder a la «crisis de identidad» del país. Con 52 años y tres décadas en la política, el candidato de la conservadora y gobernante Unión por un Movimiento Popular (UMP) ha puesto su desbordante energía al servicio de la conquista del poder. Aparece como favorito en los sondeos para superar este domingo la primera ronda de las Presidenciales y disputar la definitiva del 6 de mayo con la socialista Ségolène Royal, primera mujer con posibilidades de auparse al Elíseo, o el centrista François Bayrou, sin que se pueda eliminar aún al ultraderechista Jean-Marie Le Pen. Una mayoría de los franceses considera que Sarkozy es competente, entiende sus preocupaciones, tiene talla de jefe de Estado y puede aportar soluciones a los problemas del país. Pero les «da miedo» este hombre muy ambicioso, «autoritario» y «excesivo», que promete una vuelta de tuerca en la lucha contra la delincuencia y la inmigración ilegal que libró como ministro de Interior desde 2002. Sarkozy, que planea rebajar la edad penal y sistematizar las penas de cárcel para los reincidentes, prometió «limpiar» las barriadas conflictivas con mangueras de presión y llamó «gentuza» a jóvenes delincuentes, poco antes de que estallaran las revueltas de 2005 en esos focos de pobreza, exclusión e inmigración. Partidario de la «inmigración escogida», quiere endurecer las condiciones del reagrupamiento familiar y adaptar los flujos de inmigrantes a las necesidades y capacidades de acogida de Francia. Su idea de crear un Ministerio de Inmigración e Identidad Nacional ha suscitado fuertes críticas, hasta en su propio bando.