El ex presidente falleció de un repentino paro cardíaco en un hospital de Moscú
Putin honra al fallecido Yeltsin por importar la democracia a Rusia
Será enterrado mañana en un monasterio donde yacen personajes destacados del país Perfil:
Boris Yeltsin, el hombre que asestó el golpe mortal al comunismo, acabó con la URSS y abrió una nueva etapa en las relaciones internacionales, falleció ayer en Moscú a los 76 años de un repentino paro cardíaco. El primero en expresar sus condolencias fue su enemigo acérrimo, Mijaíl Gorbachov. «Tuvo un destino trágico. Tras su espaldas quedaron grandes méritos ante el país y también graves errores», declaró el primer y último presidente de la URSS. Horas después en un mensaje televisivo a la nación, su sucesor, Vladimir Putin, calificó a Yeltsin como un «líder directo y valiente, que posibilitó el nacimiento de una Rusia democrática». El presidente anunció una jornada de duelo nacional para mañana, día en que en la catedral de Cristo Salvador tendrá lugar el velatorio del ex-mandatario, quien recibirá sepultura en el monasterio Novodiévichi, donde yacen los restos de destacados personajes de la historia rusa. La comunidad internacional destacó el carácter de «figura histórica» del fallecido ex presidente, su papel en la transición democrática de Rusia y sus esfuerzos por acercar el Este al Oeste. Fue «una figura histórica que sirvió a su país en un momento de tremendos cambios», afirmó George W. Bush, en un comunicado en el que se declara «profundamente entristecido». Yeltsin falleció a las 15.45 (13.45 horas en España) en el Hospital Clínico Central de Moscú a causa de «una progresiva insuficiencia cardiovascular multiorgánica». El pasado 1 de febrero, cuando cumplió los 76, nada indicaba la proximidad del fatal desenlace. Sin embargo, tras regresar en Semana Santa de un viaje a Jordania empezó a sentirse mal. Salvo algún pequeño percance y una operación de cadera, Yeltsin hacía tiempo que no sufría los problemas de salud que tantas veces le llevaron al hospital en los 90 y que marcaron su segundo mandato, tras ser instalarle cinco puentes coronarios. Según él mismo reconocía, llevaba una vida de jubilado: «mucho pasear, algún viaje, y libros».