| Análisis | El gran perdedor |
El ultra Le Pen, arrinconadopor los electores y por laedad
El líder del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, es el gran perdedor de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas del domingo. Primero, porque el ultraderechista ha perdido alrededor de un millón de votos respecto a los comicios del 2002. Entonces, la elevada abstención, más de un 28%, y la división de la izquierda le ayudaron a dar el salto a la segunda vuelta, eliminar al candidato socialista, Lionel Jospin, y rivalizar con Jacques Chirac. Esto dejó atónitos a los franceses, que el domingo evitaron repetir el terremoto político colocando al ultraderechista en el lugar que le correspondía con un apoyo de 3,8 millones de votos, el 10, 44% de los votos. No cabe duda de que Le Pen tiene su electorado, (el cuarto candidato más votado), pero los resultados de hace dos días, sus peores de los últimos 20 años, son decisivos para su carrera política. El tiempo para él corre más deprisa. Con un líder de 78 años, es muy probable que el Frente Nacional comience a hablar de relevo después de las legislativas de junio y no vuelva a competir por el Elíseo dentro de cinco años, aunque tenga salud de hierro y baile a altas horas para celebrar no se sabe qué. Por otra parte, la elevada participación, un 83,77%, ha venido a demostrar que cuando toda Francia vota, los extremismos quedan reducidos a reductos, pues también la izquierda radical retrocedió. De hecho, cinco candidatos no lograron alcanzar el 5% de los votos. El voto útil Le Pen fue también en parte víctima del voto útil a los partidos moderados, pero la elevada participación en los comicios quizás también hay que agradecérsela a él. Muchos se movilizaron para evitar seguir viendo en los carteles para el 6 de mayo a este hijo de pescador venido a rico gracias en parte a la herencia recibida en 1977 de un simpatizante, y quien aboga por el restablecimiento de la pena de muerte y por expulsar de Francia a todo inmigrante sin papeles, es decir ilegal. En el 2002 basó su campaña en la seguridad, asunto que ahora ha dado paso a temas socioeconómicos. Él sabía que los variados llamamientos al voto útil, de la socialista Ségolène Royal y del conservador Nicolas Sarkozy, podían comerle parte de su pastel político. Y las urnas han venido a confirmar que algún ingrediente de la tarta fue a parar a Sarkozy. En la campaña, el candidato conservador fue blanco de sus ácidas críticas: que si es de origen extranjero y sería un deshonor que llegase al Elíseo, que si su mujer no se vio en actos con él... En fin, detrás de todo estaba quizás la sabiduría de que sus posturas confluyen en asuntos como el control de la inmigración o la criminalidad. Aunque Sarkozy, eso sí, no llega a pronunciar frases como las suyas: «Los enfermos de sida, al respirar el virus por todos los poros, son un peligro para el equilibrio de la nación..», «las cámaras de gas fueron un detalle de la Segunda Guerra Mundial», o «en la selección nacional de fútbol hay demasiados jugadores de color».