| Crónica | Desde el Elíseo |
El Pentágono anuncia la captura de un líder de Al Qaida acusado de intentar asesinar a Musharraf Chirac de Arabia
El Pentágono anunció ayer la captura de Abd al Hadi al Iraqi, al que considera un «miembro de alto nivel de Al Qaida», quien ha sido trasladado a la base militar de Guantánamo (Cuba), donde EE.UU. tiene confinados a centenares de prisioneros. La información del departamento de Defensa de Estados Unidos acusa al detenido de estar posiblemente involucrado en un intento de asesinato del presidente de Pakistán, Pervez Musharraf. El comunicado del Pentágono agrega que antes del traslado a Guantánamo Al Hadi «estuvo bajo custodia de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)», aunque no cita ni dónde ni cuando fue capturado. Agrega que Al Hadi «era uno de los miembros de más alto nivel y más experiencia de Al Qaida en el momento de su detención» y que estuvo asociado con dirigentes de grupos extremistas aliados de esa organización terrorista en Afganistán y Pakistán, incluido los talibanes. Asimismo, informa de que, tras el traslado de Al Hadi, hay ahora 385 hombres recluidos en la base naval estadounidense de Guantánamo, donde EE.UU. ha mantenido desde comienzos del 2002 a cientos de hombres capturados en diversas partes del mundo y privados de proceso judicial. Según Bryan Whitman, portavoz del Pentágono, se cree que Al Hadi es responsable de la planificación de ataques contra las fuerzas de Estados Unidos en Afganistán desde Pakistán, y que dirigió un intento de asesinato del presidente Musharraf. El presunto terrorista intentaba retornar a su país, Irak, «para dirigir los asuntos de Al Qaid», según Whitman. Estos días, una casa de mudanzas de París no para de transportar muebles antiguos, cantidades de vinos selectos que algunos consideran sospechosas... todo frente a la mirada de los que hacen cola a orillas del Sena para entrar en el museo del Louvre. Es el cambio de domicilio del presidente de la III República francesa, cuyo mandato está a punto de expirar: Jacques Chirac se muda del palacio del Elíseo a un dúplex en una de las zonas más exclusivas de París. El propietario del inmueble era Rafic Hariri, el primer ministro libanés asesinado hace dos años en Beirut. Ahora ha pasado a manos de su hijo mayor, Aymán. Aymán se dedica a velar por los negocios y las inversiones de su padre. El otro, Saad, más joven y más parecido al progenitor, continúa con su legado político en el Líbano. Aymán vive en Arabia Saudí, donde se halla el grueso de los activos de la multimillonaria familia. Jacques Chirac ha estado, durante décadas, en la nómina de Hariri. Antes de ser jefe del Estado francés era el testaferro de los intereses del magnate libanés -y de todos los que se servían de sus contactos, empezando por la familia real saudí- en Europa. Una parte sustancial de los mismos BNP, la Banca Nacional de París, estaba en manos de Hariri. Y de allí salían los fondos para financiar las campañas electorales de Chirac. Y del reciclaje de petrodólares franceses en el Golfo. En fin, una asociación profícua que daba sus frutos también en forma de relaciones privilegiadas con los líderes del mundo árabe. Antológica la visita a París del mismo Sadam Huseín, en los años 70. Como a Chirac le había gustado el «masguf», especie de carpa de río, consumida por los bagdadíes en los restaurantes a orillas del Tigris, empalada sobre un lecho de piedras y cocinada a fuego lento, Sadam transportó varios centenares de ejemplares con él. Casi tienen que cerrar el hotel Crillon, por el hedor insoportable que salía de las cocinas donde intentaban hacerlas a la plancha... Francia acabaría vendiéndole a Sadam un reactor nuclear, Osirek, que luego bombardearían los israelíes, en junio de 1981. Las relaciones de Chirac de Arabia procuraron a Francia miles de millones en ventas e inversiones en Oriente Medio, y viceversa. En la vigilia de la invasión de Irak, el Gobierno galo fue el único que plantó cara, en el Consejo de Seguridad de la ONU, a los designios triunfalistas de la Casa Blanca. Tanto si gana Sarkozy, como si lo hace Royal, lo cierto es que todo eso va a cambiar. Ambos lo proclaman en sus campañas. El fin de Chirac de Arabia -título del libro de É. Aeschimann y C. Boltanski-; el fin de una era.