Crisis entre Estonia y Rusia por la retirada de un monumento soviético

Las relaciones entre Moscú y Tallin se encuentran al borde de la ruptura por la decisión de las autoridades de Estonia de desmantelar un monumento a los soldados soviéticos caídos durante la II Guerra Mundial. La estatua, que representa a un militar del Ejército Rojo con el arma en bandolera, fue retirada en la madrugada de viernes del centro de la capital estonia en medio de una manifestación de protesta de la minoría rusa que vive en el país. Los disturbios se saldaron con un muerto y 44 heridos. Desde Moscú se amenaza al país vecino con sanciones económicas y con retirar el embajador ruso en Tallin. Un reducido grupo de manifestantes intentaron por la noche reanudar los desórdenes junto al lugar de donde fue desmontado el monumento. Mientras, frente al edificio de la embajada de Estonia en la capital rusa es cada vez mayor el número de militantes de organizaciones nacionalistas concentrados. Mijaíl Kaminin, portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, calificó de «sacrilegio y acto inhumano» el traslado de la estatua del «soldado de bronce». «El monumento al Combatiente Libertador fue desguazado en la víspera de una fiesta que es santa para todos nosotros, el día de la victoria» sobre la Alemania Nazi, afirmó Kaminin, en referencia al próximo día 9 de mayo. El funcionario diplomático advirtió que el Gobierno ruso «estudia una reacción práctica en relación con Estonia». El Consejo de la Federación, Cámara Alta del Parlamento ruso, adoptó una declaración pidiendo al presidente Vladímir Putin que suspenda las relaciones diplomáticas con el país báltico. El pasado 10 de enero, el Parlamento estonio aprobó la ley que ha servido de base jurídica para retirar la polémica estatua y exhumar la docena de cadáveres de soldados soviéticos que yacen bajo su fundamento.