Los choques entre policía y prosoviéticos se saldan con cien heridos en Estonia
Una segunda noche de violencia, la más grave desde que Estonia recuperó la independencia, en 1991, dejó 100 heridos y unos 600 detenidos durante los enfrentamientos que este sábado se produjeron entre la policía y los opositores al desplazamiento de un monumento soviético en Tallin. Los arrestos se produjeron tanto en la capital estonia como en la ciudad de Johvi, situada 165 kilómetros al noreste de la primera y habitada por una importante minoría rusa, lo que hace pensar en una extensión del conflicto a otras regiones del país báltico, que cuenta con una población de 1,34 millones de habitantes. La noche anterior, los primeros enfrentamientos importantes dejaron un muerto, 34 heridos y unas 300 personas detenidas entre quienes se manifestaron contra el desplazamiento de la estatua de un soldado del Ejército Rojo. Rusia considera el monumento como un memorial que recuerda a quienes vencieron al fascismo durante la guerra, mientras que muchos estonios ven en él un recuerdo doloroso de casi 50 años de ocupación soviética. Por una estatua El monumento -una imponente estatua en bronce de un soldado del Ejército Rojo levantada en el corazón de Tallin- fue desmontada y transferida a un lugar desconocido. En la capital, grupos de jóvenes, principalmente de habla rusa, destrozaron los cristales de la Academia de Artes, asaltaron el Teatro Nacional y saquearon locales de venta de bebidas alcohólicas, según la policía. El monumento al escritor estonio Anton Hansen Tammsaare, situado en un parque del centro de Tallin, también sufrió las iras de los alborotadores. En concreto fue cubierto de inscripciones escritas en cirílico, lo que provocó la cólera de los jóvenes estonios. En Johvi, centenares de manifestantes destrozaron vidrios y vehículos. Además, incendiaron la estatua del general Aleksander Tonisson, quien condujo en 1918 las unidades estonias contra las tropas rusas, antes de convertirse en alcalde de Tallin y ser ejecutado por los soviéticos en 1940. La policía empleó cañones de agua y porras para dispersar a los manifestantes. Los efectivos policiales intentaron aislar a los grupos agresivos.