Diario de León

Royal coquetea con Strauss-Kahn y Bayrou como opciones para primer ministro

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Esperanza Suárez - corresponsal | parís
León

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Los sindicatos entran hoy en la campaña para la segunda ronda de las elecciones presidenciales francesas, en una Fiesta del Trabajo con resaca del Mayo del 68. Hasta ahora neutrales, lanzaron ayer sus primeros guiños a la candidata socialista, que coquetea con centristas y socialdemócratas a la hora de definirse sobre su futuro primer ministro: no se «prohíbe» pensar en François Bayrou, pero considera que Dominique Strauss-Kahn sería «muy bueno» para el cargo. Sin embargo, Ségolène Royal no quiere ir aún más allá de los elogios, tanto hacia su competidor centrista de la primera vuelta como al de las primarias internas del partido. De momento, su política empieza a dar frutos: su debate voluntario con Bayrou ha hecho subir su intención de voto entre los casi siete millones de electores de la UDF; ahora, un 55% se inclinan por ella, aunque 20 de los 29 diputados centristas se hayan pronunciado ya a favor del rival conservador, Nicolas Sarkozy. Un 30% de sus electores admiten esperar al gran debate televisado de mañana para adoptar una decisión definitiva. Tanto ella como Nicolas Sarkozy se muestran «tranquilos» ante este duelo que no se repite desde 1995 y que ambos están seguros de ganar. En las anteriores presidenciales, Jacques Chirac se negó a medirse con el ultraderechista Le Pen. El Frente Nacional celebra hoy también su fiesta, no la del trabajo sino la de su heroína Juana de Arco, y en ella desvelará su líder sus instrucciones de voto para el domingo. Le Pen se debate entre recomendar la abstención o hacer frente común contra la izquierda, entre su aversión personal contra el Sarkozy y la socialista a la que desprecia. Investigadores, intelectuales y profesores lanzaron ayer un manifiesto a favor de la candidatura de Ségolène Royal, porque la Francia que quieren «no es la de Nicolas Sarkozy». Su intención de «pasar página» sobre el Mayo del 68 y «liquidar su herencia» ha soliviantado a todos los sectores de la izquierda. Lo dijo en el más caliente de sus mítines, el del domingo en el pabellón de deportes de Bercy, un año después de que los estudiantes pusieran en jaque al Gobierno en su movilización contra el Contrato de Primer Empleo. También los líderes estudiantiles de entonces, Daniel Cohn-Bendit y Henri Weber, que lo acusan de «estalinismo» y de buscar «un nuevo chivo expiatorio» al que culpar de todos los males del país.

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