Royal obliga a Sarkozy a ponerse a la defensiva en el debate televisivo

Ségoléne Royal salió al ataque. A pesar de los esfuerzos de Nicolas Sarkozy por desmarcarse durante toda la campaña de la acción de los últimos gobiernos de la UMP de los que ha formado parte, la candidata socialista no dejó de recordarle su parte en «la desastrosa situación de Francia». Casi sin perder la calma, los dos aspirantes a la presidencia de la república discutieron durante dos horas los principales retos que tendrá que afrontar el nuevo jefe del Estado que salga de las urnas este domingo.Royal llegó con la cabeza llena de datos y citas del propio Sarkozy , que tuvo problemas para contestar. Desde su «tolerancia cero» con la delincuencia, que siguió aumentado, a la falta de medios de la propia policía. «Y quiere usted reducir el número de funcionarios», recalcó la candidata, dispuesta a aumentar el número de agentes del orden y a endurecer las condiciones para liberar a los delincuentes sexuales «sin recurrir a la genética». El ex ministro del Interior galo volvió a lanzar su propuesta de endurecer las penas para los reincidentes, pero tampoco pudo responder a Royal por qué no hizo la ley durante los cuatro años que pasó al frente del departamento. Sarkozy quiere cambiar las reglas de la presidencia francesa. Propone limitar los mandatos a dos, exigir a los ministros una carta previa de dimisión y conceder al Parlamento el derecho de veto a los principales nombramientos al frente de las instituciones. Royal llama a «unas nuevas reglas» porque la «moral política exige responsabilidades políticas». Las 35 horas de trabajo semanal llevaron a Sarkozy a citar al presidente del Gobierno español para decirle a la candidata socialista que «Zapatero, que la apoyó en su mitin de Toulouse, me dijo que eso nunca se podría hacer en España, porque perdería competitividad». Implacable, Ségoléne Royal le explicó a Sarkozy cómo organizar los presupuestos para la redistribución según los sectores. La Unión Europea y los grandestemas internacionales se quedaron para el final, casi sin tiempo para confrontar unas posiciones mucho menos divergentes. Los contrincantes llegaron aparentemente relajados al plató, diseñado como un ring de boxeo con anillos concéntricos. Los dos optaron por el traje azul, camisa blanca la socialista y azul el conservador. Llegaron con 45 minutos de antelación y ocuparon estancias separadas sin cruzarse hasta llegar al lugar del duelo. Los institutos de opinión intentaráncomprobar hoy el efecto del debate en el electorado.