El laborismo pierde numerosos votos, pero evita una derrota humillante
Un escaño de diferencia simboliza la victoria nacionalista en Escocia
El partido de Tony Blair pierde ocho ayuntamientos en Inglaterra y los tories logran 37 más
Por primera vez en 50 años el Partido Laborista británico dejó ayer de ser la principal fuerza política en Escocia. A pesar de lo ajustado de los resultados al Parlamento de Holyrood en Edimburgo, el Partido Nacionalista Escocés (SNP) lograba sacar un escaño de ventaja a los laboristas. Este triunfo nacionalista tiene una implicación añadida importante, la posibilidad de que en el año 2010 se ponga fin a la unión entre Escocia e Inglaterra, ya que el líder nacionalista, Alex Salmond, ha prometido un referéndum sobre la independencia. En Escocia se vivió todo el drama de la noche electoral. La formación del Parlamento de Holyrood (con 129 escaños) se siguió como una carrera de caballos en la que dos jinetes corren cuello con cuello casi hasta la línea de llegada. Durante toda la madrugada, laboristas y nacionalistas fueron parejos, a la vez que se confirmaba que Salmond había arrebatado la circunscripción del futuro primer ministro británico, Gordon Brown, en Edimburgo en manos de los liberales demócratas. Un fallo en el sistema electrónico de recuento de voto obligó a que se invalidaran unas 100.000 papeletas. Pero no sería hasta media mañana cuando los nacionalistas comenzaron a superar en votos a los laboristas. Por la tarde, a las 18.00 horas en España, se ofrecían los resultados definitivos. Los nacionalistas lograban superar al partido de Blair por un solo escaño, 47 frente a 46. «Los laboristas han perdido la autoridad moral para gobernar en Escocia», proclamó Salmond. Los laboristas gozaban de mayoría en el Legislativo autonómico desde su establecimiento en 1999 con el proceso de devolución de competencias promovido por el Gobierno Blair. Los liberales demócratas, que pueden tener la llave de futuras coaliciones de gobierno, se alzaron con 16 escaños, frente a los 17 de los conservadores y los tres logrados por otras fuerzas. Sin tintes catastróficos En cuanto a los comicios municipales de Inglaterra y los autonómicos en Gales, tal como se vio en Escocia, las previsiones de un humillante desastre electoral de la formación de Blair no se cumplieron. Los laboristas fueron los grandes derrotados de la jornada electoral, pero no con los tintes catastróficos que auguraban los sondeos. Por contra, el Partido Conservador logró importantes avances. Los laboristas perdieron ocho ayuntamientos en Inglaterra y los conservadores ganaron 37. En Gales, el partido gubernamental, aunque fue la fuerza política más votada, perdió el control de la Asamblea al lograr tan sólo 26 escaños de los 60 del hemiciclo. El partido nacionalista galés, Plaid Cymru, aumentó su presencia hasta lograr 15 y los tories, doce.