Los contactos para formar Gobierno incluyen a los Liberales Demócratas y Los verdes
Salmond ya trabaja en una coalición que lleve a Escocia a la independencia
La gran incógnita es compatibilizar un acuerdo programático con el referéndum
Alex Salmond, el líder del Partido Nacional Escocés, iniciará esta semana las negociaciones para formar un Ejecutivo autonómico de coalición con los Liberales Demócratas y con los Verdes, que sumarían 65 diputados de los 129 que componen el Parlamento de Edimburgo. Será una prueba de la madurez de un político estelar, que, desde su entrada en el Parlamento de Westminster, en 1987, mostró que está hecho para el liderazgo. Tras proclamar que la inédita victoria nacionalista en las elecciones del jueves señala un cambio definitivo en la política escocesa, tiene ahora que guiarlo. Hijo de dos funcionarios de la administración británica en Escocia, Salmond estudió Economía e Historia Medieval escocesa en la Universidad de Saint Andrews, donde ha cursado sus estudios el príncipe Guillermo. Trabajó como funcionario y después como economista en el Royal Bank of Scotland. Su solvencia con los números le ha servido para ganar el apoyo de hombres de negocios -entre ellos el ex presidente y hoy consejero del Banco de Santander, sir George Mathieson-, aunque sus primeros pasos los dio en el Grupo 79, expulsado del SNP por su radicalismo socialista y republicano. Una de las pruebas recientes de su nuevo pragmatismo ha sido su respuesta a la compra de Scottish Power por Iberdrola. La portavoz del SNP en el Parlamento autonómico, Nicola Sturgeon, se manifestó crítica con la operación. Se trataba se salvar las empresas escocesas de los depredadores extranjeros. Pero Ignacio Sánchez Galán se presentó en Edimburgo con su avioneta privada, en la que viajaba también su aliado político, el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, y, tras el encuentro con Salmond, el SNP ha mantenido absoluto silencio sobre la compra, ya consumada. El partido estaba en esos momentos preparando una campaña electoral en una posición insólita, la de liderazgo en los sondeos. Con más dinero que sus rivales y una dirección profesional, el SNP ha logrado evitar que accidentes de campaña arruinasen, como ocurrió en el pasado, la promesa de las encuestas. Nada más conocer su ajustada victoria, Salmond compareció ante las cámaras con un estilo presidencial. Su lenguaje fue moderado y generoso hacia la oposición. Es una mutación notable en un político que era capaz de insultar a sus rivales en los pasillos de Westminster y a quien se le reprocha a menudo su arrogancia. Esa manera de ser le ha llevado a optar por estrategias arriesgadas, como presentarse a diputado y ganar su escaño por circunscripciones que sus rivales dominaban, y a perder amigos y aliados que resintieron su estilo de liderazgo en el partido. Es un hombre que habla con pasión, pero personalmente muy frío. Programa y conflicto Su esfuerzo principal en los próximos días consistirá en convencer a los Liberales Demócratas de formar un Gobierno en torno a un programa sobre las cosas que les unen: reforma de los impuestos municipales, mejora de la administración autonómica y exigir a Londres mayores poderes fiscales para Edimburgo. Cómo hacer compatible un acuerdo programático de Gobierno con su firme promesa de celebrar un referéndum sobre la independencia en 2010 es la gran incógnita. La que puede llevarle a adoptar una posición más arriesgada, la formación de un Gobierno minoritario sostenidos con acuerdos puntuales. Lo que nadie duda es que el Ministro Principal Salmond tendrá conflictos con Londres. Ya hay dos áreas obvias. Se ha comprometido a evitar que el programa de nuevos submarinos nucleares Trident tenga su sede en Escocia y a ordenar una investigación judicial sobre el fiasco de los votos nulos en los comicios del jueves.