Diario de León

Una juez visita al abogado de Sarkozy en relación con una cuenta de Chirac en Japón

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e.s. | parís
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Dos jueces trataron ayer de esclarecer el origen de las filtraciones a la prensa de las notas del general y espía Philippe Rondot y en concreto las que se referían a una presunta cuenta de Jacques Chirac en el Tokio Sowa Bank, dirigido, hasta su quiebra en el año 2001, por un turbio hombre de negocios nipón, que fue condecorado por el todavía presidente francés. Uno de los magistrados intentó sin éxito registrar la redacción del semanario satírico Le Canard Enchaîné, que publicó la información. La otra jueza confirmó que los documentos no fueron enviados desde el despacho del abogado de Nicolas Sarkozy [principal víctima de las falsificaciones orquestadas en las listas de titulares de cuentas bancarias en la gestoría financiera luxemburguesa que da nombre al escándalo Clearstream]. Se negaron al registro Los periodistas se negaron a entregar al juez las llaves de la redacción por considerar que el registro era «totalmente ilegal». Los medios y asociaciones profesionales denunciaron este «procedimiento de intimidación». Al mismo tiempo, una jueza buscó en el despacho del letrado Thierry Herzog la pista de la transmisión de los documentos confidenciales. Una vez aclarado que el envío no había sido desde su fax, el abogado de Sarkozy calificó la actuación de «chocante y provocadora», un signo de «voluntad de atentar y desestabilizar al jefe del Estado». Ayer se supo que el patrimonio del nuevo presidente electo asciende a dos millones de euros. Los jueces d'Huy y Pons, que investigaban el escándalo Clearstream [en cuyo fondo hay una lucha fratricida entre chiraquistas y sarkozystas], se encontraron con un informe secreto en el que Rondot confirmaba que Chirac tenía 300 millones de francos en varias cuentas opacas en Japón en 1996. Fue cuando registraron su domicilio mientras investigaban el escándalo Clearstream, que salpicó al presidente y acabó con las ambiciones presidenciales de Dominique de Villepin, que dimitirá como primer ministro el miércoles, el día del relevo en el Elíseo. Espía reputado de la inteligencia francesa, Rondot declaró ante el juez que Villepin le encargó personalmente que investigara las cuentas de Sarkozy, al que un denunciante anónimo había vinculado con una sociedad implicada en el blanqueo de dinero y el escándalo de la venta de fragatas a Taiwán. Las pruebas de Philippe Rondot se refieren al 2004, cuando Sarkozy se lanzó a la conquista de la presidencia del partido en el Gobierno, la UMP. Un anónimo dirigido al juez Van Ruymbeke aseguraba que él y otros políticos poseían cuentas en Clearstream. Pero aunque enseguida se demostró la falsedad de estas acusaciones, Villepin dejó que la duda planeara sobre su rival en la carrera presidencial.

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