EL DIRECTOR general de la Agencia de Energía Atómica dijo que Irán precisaría
para obtener una bomba nuclear si
, y añadió que su misión ahora es impedir que el enriquecimiento de uranio allí
.Esas palabras, añadidas a las del informe del miércoles a la Agencia sobre la aceleración del programa atómico iraní y ciertas trabas al trabajo de sus inspectores, resumen la sencilla formulación que Mohamed al-Baradei hace de su criterio sobre lo que se percibe como una crisis potencialmente devastadora si los Estados Unidos deciden bombardear el Irán para detener o perturbar duraderamente tal programa. El funcionario responde ante el secretario general de la ONU y y no tiene atribuciones para hacer su política, pero sobre todo desde que ganó estatura internacional con su trabajo independiente en Iraq y recibió el premio Nobel de la Paz se sabe reforzado y casi dice más de lo que calla. La prueba, lo que dijo hace unos días y que generó una protesta de Washington, París, Londres y Berlín. Lo que dijo es lo que sabe todo el mundo: el Tratado de No Proliferación autoriza a sus firmantes a enriquecer uranio, pero no, como indica su nombre, a fabricar armas nucleares. De modo que el debate no debería ser si el Irán entiende controlar el ciclo del enriquecimiento como una proeza científica a la que nada le obliga a renunciar, sino sobre los controles para evitar su dimensión militar. De ahí a decir que el mundo debería resignarse a que Irán lo consiga pero evitando que monte armas atómicas no hay más que un paso que al-Baradei no ha dado y que otros muchos querrían sopesar. Hasta en Berlín se susurra que se podría sondear la posibilidad si las cantidades son poco más que simbólicas y en Washington han debido desmentir tal posibilidad. Pero existe. A al-Baradei, con toda probabilidad, no le agrada la exhibición de fuerza militar norteamericana en la región. Una gran flota de combate con tres grupos aeronavales y miles de hombres a bordo entró en el Golfo el miércoles tras cruzar el estrecho de Ormuz. Él hace sus informes, toma nota y procura dejar algo de margen de maniobra mientras el gobierno Bush hace una política de gestos inequívocamente destinada a amedrentar al Irán.