La pacifista Cindy se rinde en su lucha

La madre coraje de Estados Unidos ha tirado la toalla. Cindy Sheehan ha decidido dejar de ser la cara del movimiento antibélico en este país que durante meses lideró protestas y amargó los días de descanso de George W. Bush en su rancho de Crawford (Texas), a cuyas afueras levantaba cada verano su tienda de campaña para recordarle al presidente los soldados muertos en Irak. Como su hijo Casey, fallecido en combate en las calles de Bagdad en abril del 2004. Enojada con el Gobierno estadounidense por una guerra injusta, meses más tarde, en agosto del 2005, decidió dar un paso adelante. En poco tiempo, atrajo toda la atención mediática convirtiéndose en un rostro familiar dentro y fuera del país por su empeño en hablar cara a cara con Bush para preguntarle de qué servía la presencia norteamericana en Irak. Nunca lo logró. Ahora, el desgaste acumulado y la frustración han podido con ella. «Adiós América, no eres el país que quiero y finalmente me he dado cuenta que no importa cuántos sacrificios haga, porque no puedo hacer de tí ese país a menos que tú quieras», escribió en su diario dentro del blog liberal Daily Kos. En su decisión ha pesado también el abandono que de su causa hicieron los demócratas, que en un principio la cortejaban. Asegura que está agotada por el esfuerzo personal, financiero y emocional de los últimos dos años. Y se marcha a su casa de California para recuperar su vida personal y estar con sus otros tres hijos.